El resultado del concurso sorprendió a todos. El vicepresidente ejecutivo de Corfo, Pablo Terrazas, anunció la adjudicación del Instituto de Tecnologías Limpias (ITL) al consorcio Associated Universities Inc (AUI), conformado por nueve universidades de Estados Unidos Harvard, entre ellas, Massachusetts Institute of Technology (MIT), Columbia, Princeton, Cornell, Pensilvania, John Hopkins, Rochester y Yale. Además, cuatro universidades nacionales: del Desarrollo, San Sebastián, Autónoma de Chile y de Atacama.
La sorpresa se debe a que en la primera evaluación realizada por expertos internacionales, el consorcio de universidades chilenas, la liderada por la Universidad de Chile, y que integraban otras diez universidades (Universidad Católica, Universidad de Concepción, Universidad Santa María, entre otras) fue superior a AUI. En las siguientes dos evaluaciones, realizadas por CORFO el grupo compuesto por chilenos y estadounidenses se impuso.
El ITL representa la posibilidad de transformar una histórica industria contaminante en una más ecológica, y así permitir que el país pueda cumplir sus compromisos del Acuerdo de París.
El futuro ITL será supervisado por la Corporación de Fomento para la Producción (Corfo), y forma parte del proyecto macro de energías limpias de alcanzar la carbono neutralidad para el año 2050.
El objetivo de éste, es desarrollar una minería de bajas emisiones de CO2, lo que en la industria se conoce como “minería verde”.
La propuesta ganadora, dispondrá de US$ 265 millones en diez años. El 54% proviene de Corfo y SQM, mientras que el otro porcentaje, es de AUI, que forma parte del proyecto vencedor. “Convertiremos a la región de Antofagasta y a Chile en un verdadero laboratorio para probarlas tecnologías de punta para proyectos de energía y minería sustentable”, señala Terrazas.
El grupo derrotado no recibió de buena manera la noticia. El rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, señaló enfáticamente. “Esto es algo que no podemos aceptar. Se está poniendo en riesgo el futuro de la ciencia en nuestro país. Esto no pasó por Contraloría, porque se dice que son fondos privados que se entregan por el royalty del litio”.
“Supimos que habían otras dos propuestas”, reconoce Sánchez, pero “nunca conocimos el desarrollo de éstas y solo supimos que el Consejo Asesor Internacional evaluó muy positivamente nuestro proyecto, pero nosotros nunca fuimos invitados a presentarlo”.
Guido Girardi, presidente de las comisiones de Medio Ambiente y Desafíos del Futuro del Senado, dijo vía redes sociales que “es un proceso absolutamente irregular. El Gobierno asignó USS 192 millones al proyecto, dando una puñalada a la capacidad de generar capacidades propias en Chile, dejando fuera a las universidades chilenas”.
“Se está poniendo en riesgo una mirada de futuro de la ciencia para el país. Son diez años de trabajo, son cerca de 200 millones de dólares que se invierten y, lo más lógico, para estimular el conocimiento científico y el desarrollo científico tecnológico, es que se invierta en el país”, señala Sánchez.
Se suma Alejandro Jofré, quien lideraba la propuesta de la Universidad de Chile. “Esto va en contra de más de 30 años de trabajo por impulsar el desarrollo de las capacidades locales para tener en el futuro una matriz mucho más rico y pensada en el crecimiento”.
Mediante una carta abierta, Francisco Martínez, decano Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas Universidad de Chile, señaló que “esta frustrante noticia se recibe como un mensaje claro del Gobierno a su país: que no confía en sus instituciones, ni en sus universidades, ni en sus empresas innovadoras, ni en las capacidades de sus profesionales. Que no cree en el manoseado discurso de transformar nuestra producción extractiva de recursos en una moderna basada en la innovación nacional”.
“Internacionalmente se eligió nuestra propuesta, pero nacionalmente no. En los evaluadores locales se revirtió. Siendo objetivo, ellos tienen experiencia en la gestión y promoción de proyectos de ciencia y tecnología”, aclara Jofré.
“Este mensaje nos resulta insultante e ignorante. Desconoce las capacidades creadas con gran esfuerzo en Chile en ciencia y tecnología, las que son reconocidas internacionalmente por nuestros pares expertos. No contempla que el desarrollo sostenible requiere de conocimiento, desarrollo tecnológico e innovación nacional, lo que se basa en formación de recursos humanos avanzados y en instituciones de investigación que le den sustento. En suma, no concibe que es esencial una mayor madurez cultural, en confiar en uno mismo, en dejar de depender de una mano externa para construir un camino propio”, añade Martínez.
A juicio de la presidenta de la Academia Chilena de Ciencia, doctora Cecilia Hidalgo, “todo el proceso se llevó de manera oscura, poco transparente y muy distinto de todos los procesos a los que los científicos chilenos están acostumbrados”.
“De las tres evaluaciones que se realizaron, la primera con evaluadores internacionales reconocidos ganó el consorcio de universidades chilenas. Según el Análisis de Admisibilidad, en el primer informe se impuso con un 42.2% versus un 41,1%”, señala Hidalgo. En la etapa dos y tres, realizada por la CORFO, pero sin que se conozcan los integrantes, ganó AUI con un 37,4% de cumplimiento frente a un 36,2% y un 50,6% versus un 47,6%, respectivamente.
“Desde CORFO aún no explican ni dan a conocer las razones por las que ganó AUI. “Estamos sorprendidos. Esto es un escándalo, una falta de respeto a la ciencia que se hace en el país”, donde sí hay investigadores capaces de llevar adelante el trabajo científico e investigativo necesario para el desarrollo futuro de la minería, energía e industria chilena.
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