La historia de la humanidad ha sido y seguirá siendo un relato basado en ciclos. En cada época, con sus respectivos cambios, la humanidad debe enfrentar crisis y también tener sus momentos de crecimiento y evolución. Como un ejemplo perfecto de esto, podemos mencionar las pandemias que hemos vivido y cómo ellas han dejado avances históricos que han cambiado nuestra sociedad.
Con cada crisis que superamos, es claro que debemos encontrar nuevas soluciones para poder salir de ellas. De allí que con la llegada de estos desafíos para la sociedad, en paralelo se generen nuevas soluciones capaces de sacarla adelante.
Para tener una idea de cómo se manifiesta en la realidad, podemos recordar algunas de las más grandes pandemias que nos han aquejado y qué tipo de lecciones y mejoras han dejado tras ellas.
Peste Negra (1346–1353)
La Peste Negra es una de las pandemias más conocidas y recordadas de nuestra historia. Pero, aunque su auge tuvo origen en el siglo XII, la verdad es que su existencia se remonta hasta siglos atrás. Específicamente, sería la plaga de Justiniano, entre los años 542 y 549, la que llevaría por primera vez al mundo la gripe bubónica.
En esta oleada inicial, la bacteria ahora conocida como Yersinia pestis, acabó con entre el 25 y el 60% de la población de Europa. Acá, se tomaron varias medidas de contención ineficientes que incluyeron preparaciones de yerbas que no hacían nada contra el virus. Otras personas intentaron solo quedarse en sus casas para evitar el contagio, pero no tomaron más medidas de protección.
En general, solo quemar la ropa fue una medida verdadera de ayuda –ya que con ella morían las pulgas que favorecían el contagio de la peste–. Sin embargo, por sí sola no fue suficiente y el virus siguió haciendo de las suyas por siglos.
Durante centurias, se intentó crear medidas para contrarrestar la peste, pero hubo pocos avances históricos que realmente pudieran hacer algo contra la pandemia. Esto, por lo menos, se mantuvo hasta 1346, cuando iniciaría formalmente la llamada Peste Negra.
Para este caso, la plaga bubónica llegó de nuevo a diezmar por lo menos el 30 o 60% de las vidas en Europa. Sin embargo, a diferencia de la primera vez, sí se tomaron algunas medidas que ayudaron a frenar de alguna manera el alcance del contagio. Entre las más resaltantes están:
Aplicación de la “cuarentena”, y nacimiento del término
La Peste Negra no fue exactamente el primer momento en el que se implementaron las cuarentenas. De hecho, este sistema de aislamiento ya se había intentado antes. Sin embargo, sí fue la primera oportunidad en el que se le dio una estructura clara –y el momento en el que se le otorgó el nombre que lo identifica hasta hoy–.
En una región del sur de Italia, se implementó por primera vez el sistema para evitar que la peste llegara a su población a través de los tripulantes de los barcos que llegaban a la costa. Con esto en mente, se obligaba a los navíos a encallar durante 40 días en las islas cercanas a la costa.
De esta forma, si la peste estaba entre los tripulantes, mataría a los enfermos y, si no, se comprobaría que no hay nuevas infecciones –solo entonces se los dejaría llegar a tierra firme–.
Ahora, el término cuarentena viene de la palabra italiana “quaranta” que simplemente hace referencia a los 40 días que se debían permanecer aislados. Por su parte, se escogió este número en su momento no por las razones médicas que ahora lo sustentan, sino por las múltiples referencias bíblicas que hay sobre él.
Introducción de los “planes de estudio” en escuelas de medicina
Otro de los grandes avances históricos que se dieron durante la Peste Negra implicó un cambio en la forma de ver la medicina. Para el momento en el que la enfermedad atacó, la mayoría de los conocimientos médicos no se basaban en evidencia experimental, sino que estaban altamente ligados con las creencias y costumbres religiosas –un ejemplo que podemos ver en la selección de los 40 días para las cuarentenas–.
Como si esto fuera poco, la medicina no contaba con un “curriculum” oficial de conocimientos base que compartieran todos los médicos. Esto claramente evitaba que se pudiera dar un trato uniforme a un brote de una enfermedad y facilitaba su contagio.
Para cuando la Peste Negra atacó, se resaltó entonces la necesidad de contar con una base de conocimiento común que permitiera a los profesionales de la salud actuar de forma unificada. Lo cual, a su vez, implicó la necesidad de crear “planes de estudio” comunes en las escuelas de medicina.
Cólera (intermitente desde 1817, hasta 1975)
Sin lugar a dudas, las pandemias causadas por la bacteria del cólera desde el siglo XIX hasta el XX fueron fuertes golpes contra la humanidad. Desde la primera oleada en 1817, hasta su séptima que culminó en 1975, el cólera fue una enfermedad mortal temida en todo el mundo.
Pero, justamente por esta gran amenaza que representó para la humanidad, se convirtió en el motor para uno de los avances del mundo científico que incluso ahora tienen una vigencia inigualable en el mundo de la salud.
Nacimiento de la epidemiología
En 1849, cuando una oleada del cólera atacaba Inglaterra, el médico John Snow (1813-1858) pasó a convertirse en parte de la historia. Según lo retratan Jaime Cerda L. y Gonzalo Valdivia C. en la Revista chilena de infectología:
“Snow postuló en 1849 una innovadora hipótesis, sosteniendo que el cólera se transmitía mediante la ingestión de una “materia mórbida” invisible al ojo humano, la cual debía actuar a nivel de los intestinos, produciendo un síndrome diarreico agudo con deshidrata-ción severa. Esta “materia mórbida” había de reproducirse y eliminarse a través de las deposiciones, las cuales, finalmente, terminaban en aguas del Támesis”.
Lastimosamente, sus ideas fueron ignoradas ya que no se consideraba que sus postulados fueran de la mano con los corrientes populares de la época: la contagionista y la miasmática. La primera alegaba que el contagio se daba por el contacto directo con los pacientes, la segunda culpaba a un “miasma maligno” en el aire.
Para Snow, ninguno de estos elementos terminaba de explicar los patrones de contagios en las diferentes zonas de Londres. De allí que sembrara las primeras bases del estudio epidemiológico al estudiar las muertes y contagios relacionándolas con los espacios geográficos en los que ocurrieron. De esta forma, no solo pudo dar con una causa más clara para los contagios, sino determinar patrones que podrían haberse evitado para disminuir los contagios.
Nacimiento del primer antibiótico
El más notorio de los avances históricos que se dio durante la pandemia del cólera fue la creación el primer antibiótico de la historia. Alexander Fleming, la mente detrás de la penicilina, descubriría este elemento casi por accidente en 1918. Pero, una vez identificado su potencial, se la utilizó como una nueva herramienta capaz de hacerle frente a la enfermedad.
Inicialmente, lo que se había buscado era una forma de aislar las bacterias de forma que se las pudiera estudiar mejor. Sin embargo, el resultado fue un elemento que les permitía simplemente eliminarlas. Algo que se convirtió en una ayuda básica a la hora de lidiar con las infecciones de cólera. Y que ha evolucionado para seguir siendo una parte básica de los tratamientos antibacteriales de la actualidad.
Influenza A – Gripe española (1918-1920)
Siguiendo en este recuento, no podemos olvidarnos de la pandemia de la “gripe española”. Como sabemos, la pandemia que inicio en 1918 no tuvo realmente su origen en España. Sin embargo, como los primeros reportes vinieron de ella, se la empezó a conocer de esta forma.
Ahora, a estas alturas, se la reconoce un poco más como la pandemia de la Influenza A, causada por el subtipo del virus H1N1. De entre todas, esta también es una de las más recordadas en nuestra historia. Según los conteos e investigaciones realizadas, la pandemia causó al menos 100 millones de muertes en todo el mundo.
Cambios en las políticas de salubridad mundiales
El más grande de los avances históricos que nos trajo la pandemia de la Influenza A tuvo efecto en el ámbito mundial. Aunque cada uno tomó los cambios a su manera, la presencia de esta crisis hizo que las naciones entendieran la importancia de reformar sus políticas de salubridad.
De allí que comenzaran a preocuparse por hacer de ellas elementos más detallados que no solo se enfocaran en atender el problema que tenían en frente, sino en evitarlo desde un principio. En otras palabras, dio origen a la idea de la medicina preventiva o profiláctica.
Asimismo, en países como EE.UU., Francia, Rusia y Alemania, por nombrar algunos, se aumentó paulatinamente el acceso generalizado al sistema médico de forma que un mayor porcentaje de la población tuviera la oportunidad de recibir atención médica cuando la necesitara.
Como si fuera poco, EE.UU. también mejoró las condiciones de trabajo y seguros. Mientras que Francia, Rusia y Alemania adoptaron un sistema de gestión centralizado que les permitía aplicar con más facilidad políticas de salud en todo su territorio.
COVID-19 (finales 2019- actualidad)
En este 2021, estamos empezando a vivir lo que sería el segundo año de la primera pandemia del siglo XXI. A pesar de los grandes avances científicos y tecnológicos que hemos hecho a lo largo de los años, la situación igualmente nos tomó por sorpresa. Por esto, para estos momentos ya contamos más de 2,7 millones de contagiados en todo el mundo.
Como consecuencia, un brote en China rápidamente se convirtió en una epidemia y, posteriormente en la pandemia que ahora experimentamos. Desde su inicio hasta estos momentos, nuestro conocimiento sobre el COVID-19 y el virus que lo causa, el SARS-CoV-2, ha avanzado a pasos agigantados.
Por esto, cada vez tenemos más y mejores alternativas para luchar contra la enfermedad, como las nuevas vacunas y tratamientos. Sin embargo, a pesar de nuestros esfuerzos por mantener al virus bajo control, su influencia ya ha cambiado nuestro estilo de vida.
Como un ejemplo caro de esto podemos mencionar cómo la aplicación de las cuarentenas en el mundo, ligadas con el uso de las nuevas tecnologías, nos han traído a una nueva realidad en la que nuestro principal contacto con el mundo se da a través de una pantalla. Ahora, podemos estudiar, trabajar y entretenernos a través de un mismo espacio como nunca antes.
Efectivamente, estas facilidades han estado allí desde hace años, pero solo es ahora que verdaderamente hemos llegado a ver y poner en práctica su potencial a gran escala. Con esto, también han llegado algunos cambios al sector de la ciencia y la medicina que, sin lugar a dudas, serán recordados como los avances históricos causados por la actual pandemia.
Formalización de la atención médica a distancia
En años anteriores, se había planteado la posibilidad de aplicar el teletrabajo a áreas como la medicina. No obstante, no fue mucha la atención que se le dio a estos proyectos.
Ahora, los vientos han cambiado de dirección y son justamente estas ideas las que se han movido con más fuerza en el último año. Por un lado, la capacidad de atender a pacientes ambulatorios en su propio hogar se convierte en una facilidad tanto para ellos como para los médicos. De este modo, los recursos del hospital se pueden usar mejor en tiempos de crisis y, por su parte, los pacientes pueden permanecer seguros en sus hogares y aún así recibir la atención y el seguimiento médico que necesitan.
Todo esto se ha facilitado gracias a la inclusión de aplicaciones médicas que monitorean la ingesta de medicamentos o rutinas de los pacientes. Asimismo, elementos como los smartwatches también pueden colaborar para mantener un registro de su condición física. Además, las comunicaciones en tiempo real, facilitadas por tecnologías como las redes 5G, también permiten una comunicación fluida en todo momento con los profesionales de la salud.
Vacunas de ARN mensajero
Como mencionamos, en la actualidad las vacunas contra el SARS-CoV-2 se están convirtiendo en nuestra mejor apuesta contra el virus. Sin embargo, existen unas que están debutando justamente en esta pandemia con un nuevo modelo tanto para su desarrollo como para su accionar.
Estas no funcionan igual que con vacunas de virus inactivos o debilitados. De hecho, el ARN mensajero solo trabaja con una particular parte de los virus, aquella que es capaz de conectarse con nuestras células.
En el caso del COVID-19, acá hablamos de su proteína espiga. El ARNm imita dicha proteína y permite que el organismo la reconozca y comience a crear anticuerpos contra ella. De forma que pueda actuar contra el SARS-CoV-2 en caso de contagio.
El mundo se unió como nunca antes
Así como la Peste Negra ayudó a los médicos a entender que el conocimiento de salud debía institucionalizarse y compartirse, ahora la pandemia del COVID-19 ha hecho que el mundo entienda que también es necesario que se universalice.
Gracias a esto, uno de los más grandes avances históricos que habrá traído esta pandemia será el haber logrado unir a las naciones del mundo para realizar investigaciones científicas colaborativas a una escala nunca antes vista. El COVID-19 nos ha mostrado que en la unión y la cooperación está la fuerza. De allí que esta cooperación internacional sea probablemente otro de los cambios que han llegado para quedarse.
Con todo esto, podemos concluir que esta pandemia no solo ha cambiado nuestra realidad, sino que su influencia continuará dándole forma a nuestro futuro dividiendo nuestras vidas en un antes y un después del COVID-19, lo que la hace digna de estar también en este recuento.
Extra: menciones especiales
Aunque una gran pandemia tiene más posibilidades de impulsar avances históricos masivos, no todos se dieron durante una. Por ejemplo, podemos mencionar el nacimiento del estetoscopio como otra de esas creaciones que cambiaron a la humanidad, pero que no se dieron durante una pandemia. En su lugar, estas ocurrieron durante las también altamente influyentes, pero menos globales, epidemias.
Este en realidad surgió en 1816 como una respuesta a las constantes epidemias de tuberculosis, como una forma de obtener más información sobre el corazón y los pulmones de los enfermos. Gracias a esto, en su momento se convirtió en la herramienta de diagnóstico predilecta de la enfermedad. Una que, hasta ahora, sigue siendo una de las ayudas principales de los doctores a la hora de realizar cualquier revisión inicial.
Casi cien años más tarde, otro gran avance llegó a la luz. Esta vez de la mano del médico Wu-Lien-teh. Él ha pasado a la historia como el primer doctor en utilizar mascarillas para enfrentar una enfermedad.
Específicamente, sus medidas se tomaron en contra de la peste neumónica que azotó a China en 1911. Pero, desde entonces, se ha convertido en un aliado natural para evitar el contagio de cualquier enfermedad transmisible por el aire.
De esto último no hay menor ejemplo que la actualidad. Justo ahora, los tapabocas se han convertido en un nuevo elemento de uso cotidiano que todos debemos incluir en nuestras rutinas. Ellos son aún una de nuestras mejores apuestas a la hora de protegernos de una enfermedad y, definitivamente, uno de los avances históricos que siguen siendo de alta importancia en la actualidad, aunque no hayan surgido de una pandemia.
Referencia:
John Snow, la epidemia de cólera y el nacimiento de la epidemiología moderna: http://dx.doi.org/10.4067/S0716-10182007000400014
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