Existen una gran variedad de trastornos mentales. En general, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se caracterizan por una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás.
En esa larga lista, se incluyen: depresión, el trastorno afectivo bipolar, la demencia, las discapacidades intelectuales y los trastornos del desarrollo, como el autismo.
Más allá de los determinantes genéticos, muchos de los trastornos mentales más comunes están asociados a factores de riesgo ambientales y un equipo internacional de científicos los ha identificado y plasmado en un completo atlas, que describe cada uno de ellos.
Un atlas de referencia
El jefe de grupo del Cibersam en el Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Celso Arango, es el primer firmante de este relevante trabajo que ha sido publicado en World Psychiatry, con el objetivo de “contar con un punto de referencia para avanzar en la caracterización clínica y en la investigación, para expandir la intervención temprana y las estrategias preventivas para los trastornos mentales”, según indica el centro en una nota de prensa.
Para realizar este atlas, se recuperaron catorce revisiones, con un total de 390 metaanálisis y 1.180 asociaciones entre factores de riesgo y trastornos mentales, aplicando una clasificación establecida en función de la credibilidad de la evidencia: clase I (convincente), clase II (muy sugestiva), clase III (sugestiva) y clase IV (débil). Se incluyeron 176 asociaciones de evidencia de clase I a III, relacionadas con 142 factores de riesgo/protección, y los factores más robustos fueron 21.
Es decir, centraron su labor en esos factores de riesgo y aplicaron una clasificación en función de la credibilidad, a partir de las evidencias científicas: desde las que consideran «convincentes» hasta las que les parecen «sugestivas» o «débiles».
Factores de riesgo no genéticos
El atlas incluye, como factores de riesgo de la demencia, la diabetes mellitus tipo 2, la depresión y baja frecuencia de contactos sociales. En cuanto a los trastornos por consumo de opioides, el factor de riesgo más sólido ha sido el tabaquismo.
Para los trastornos psicóticos, los factores de riesgo más sólidos han sido el estado clínico de alto riesgo de psicosis, el consumo de cannabis y las adversidades en la infancia.
En cuanto a la depresión, se establece asociación con la viudez, con la disfunción sexual, factores metabólicos, los abusos psíquicos y sexuales en la infancia, la tensión laboral, la obesidad y las alteraciones del sueño.
Para el trastorno de espectro autista, el factor de riesgo más importante es el sobrepeso materno antes o durante el embarazo. En el caso del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), fueron la obesidad materna antes del embarazo, el tabaquismo materno y el sobrepeso antes o durante la gestación.
Asociación y causalidad
“La asociación no significa causalidad, por lo que se necesitan más estudios de cohortes de recién nacidos vivos para estudiar factores de riesgo antes de que aparezcan los trastornos mentales”, aclara Arango.
El investigador del CIBERSAM pone en valor el atlas: “ofrece una comparativa de síntesis de evidencia de la consistencia y magnitud de los factores de riesgo y protección más allá de la genética, y tiene el objetivo de formular recomendaciones para la próxima generación de investigación etiopatológica y de psiquiatría preventiva, fundamental para anticiparnos en el diagnóstico y tratamiento de los trastornos mentales”.
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