¿Qué haría usted si lo presionan para reunir 27 millones de pesos en menos de dos semanas? De antemano, le advierto que sucumbir al infarto o comprar una soga para «colgar» el conflicto quedan fuera de sus opciones. La suma nada tiene que ver con chantajes ni con amenazas de un garrotero con vocación de verdugo; pero el destino noble del dinero no hace menos apremiante la colecta.
Es la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) en Villa Clara la que corre contra el tiempo, pues el próximo 30 de diciembre vence el plazo concedido a los contribuyentes para el pago de sus tributos.
Según María Marleni Machado Pedraza, directora provincial de la ONAT, el mayor atraso se concentra en más de 1500 artistas y trabajadores por cuenta propia de todos los municipios, así como casi en 3000 campesinos de Camajuaní, Manicaragua y Santa Clara.
Recordemos que entre los meses de marzo y julio, cuando la pandemia nos impuso el más recio aislamiento, los cuentapropistas que suspendieron sus actividades quedaron exonerados de los impuestos sobre servicios y ventas, y a quienes continuaron trabajando se les aplazó este pago.
No obstante la obligatoriedad de la contribución especial a la seguridad social (suspendidos o no), la ONAT extendió el plazo hasta el penúltimo día del 2020 y concedió varias bonificaciones. Machado Pedraza ratifica el descuento de un 5 % a quienes pagan sus impuestos en las sucursales bancarias, más una rebaja adicional del 3 % a los usuarios que lo hacen mediante plataformas digitales, como Transfermóvil o EnZona.
A partir del 1.º de enero de 2021, los compromisos se convertirán en deudas, y los incumplidores sumarán cuotas de recargo y multas a sus cuentas pendientes.
Ninguna anécdota sobre cinturones ajustados o sábanas que ya no dejan espacio para estirar los pies resulta tan cercana como las de casa, sobre todo, en un año donde lo único abundante ha sido la COVID-19. Sin embargo, las entidades presupuestadas dependen de ese dinero para impulsar con sus servicios la dinámica social.
¿Qué ocurriría si cierran los círculos infantiles o los maestros se rehúsan a impartir clases por no haber cobrado el salario correspondiente? ¿Cuántos abuelitos morirían sin un tratamiento efectivo contra el nuevo coronavirus? ¿Cuánto más se prolongaría un trámite en cualquier oficina? Ningún contribuyente por sí solo puede cubrir el déficit fiscal de la provincia o del país; pero la empatía hacia el otro y la visión de las necesidades comunes como máxima expresión de las propias hacen de cualquier granito de arena una montaña.
Si no bastan los argumentos racionales, acudo a la superstición: dejemos toda la desdicha en el 2020, quememos los buches amargos junto al muñecón del 31 de diciembre, saldemos las deudas espirituales y materiales, y comencemos el 2021 con borrón y cuenta nueva.
Envío la ilustración por correo, por si acaso.
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