Desde la Universidad de Santander, UDES, específicamente del Instituto de Investigación Masira de la Facultad de Ciencias de la Salud, se está adelantando un estudio clínico con el fin de determinar cuáles tratamientos con medicamentos actúan contra el COVID-19 en diferentes momentos de su desarrollo.
El estudio, llamado ‘Anti-Coronavirus Terapia ACT’, es diseñado y dirigido por la Universidad de McMaster de Canadá, cuyo soporte financiero es el Instituto Canadiense para la Investigación Médica. El proyecto, que ya está aprobado por el Invima para ser desarrollado en todo Colombia, es representado en el país por Patricio López Jaramillo, director científico del Instituto de Investigación Masira e investigador Senior de la Clínica Foscal.
¿Cómo se desarrollará la investigación?
En primer lugar, López explica que como se trata de un estudio clínico, la dinámica funciona igual para los 13 países que integran el proyecto, por lo que desde la UDES sigue el protocolo establecido por dicha universidad canadiense. Sin embargo, su papel en el país es coordinar a los seis sitios que reclutarán pacientes para la muestra: uno en Bucaramanga, dos en Barranquilla, uno en Cartagena, uno en Armenia y uno en Ibagué.
En el caso de Latinoamérica, participan Colombia, Argentina, Brasil, Chile y Ecuador por medio de universidades que conforman la red de conocimiento que trabaja en conjunto desde hace más de 20 años en investigación epidemiológica y clínica.
Finalmente se estudiarán a 300 pacientes en Colombia, y a nivel internacional la meta es de 4.000 personas que hayan dado positivo para COVID-19 confirmado por una prueba PCR.
En este primer año de pandemia, se ha descubierto que el Sars-CoV-2 altera las células endocriales, lo que va a producir una inflamación intensa con una formación de microtrombos que finaliza en la carga viral. Inicialmente se entendía que se trataba de una neumonía pulmonar, pero realmente es una alteración de los vasos sanguíneos en los órganos, afirma el experto.
Por ello, estos investigadores decidieron intervenir en las tres alteraciones en pacientes que se encuentran en estado leve, moderado y grave.
Los medicamentos en cuestión son la aspirina, colchicina y rivaroxabán, los cuales serán suministrados de forma individual o combinada frente a un tratamiento estándar para así demostrar si el uso de estos fármacos potencializa sus efectos y reduce el desarrollo del coronavirus en el cuerpo.
En los 150 pacientes ambulatorios, es decir, los que están en casa, se les suministrará aspirina y colchicina.
“La colchicina es un medicamento usado especialmente para la gota, pero se ha demostrado que tiene efectos antiinflamatorios para la prevención de inflamaciones en pacientes ya infartados”, explica López.
Además, un pequeño estudio clínico realizado en Grecia demostró la reducción del coronavirus por el uso de dicho medicamento, por lo que esta es la evidencia con la que cuentan para desarrollar su investigación.
En cuanto a la aspirina, con una dosis de 100 miligramos se reconocen sus características antitrombóticas o anticoagulantes que en el caso del COVID-19 conduce a la neumonía vascular por el taponamiento de vasos a nivel pulmonar. Y desde hace muchos años, afirma el experto, este fármaco se ha usado para prevenir enfermedades cardiovasculares.
Ahora, los pacientes hospitalizados que serían 150 en total, requieren medicamentos anticoagulantes pues la coagulación conduce a la severidad de la enfermedad. El médico afirma que “el problema con la neumonía vascular es que se tapan los vasos y se impide el intercambio de oxígeno por CO2, lo que desarrolla la hipoxia e incluso la muerte”.
En el proyecto se dará de forma adicional Rivaroxabán para evitar esta dificultad. López anteriormente trabajó el estudios Compass, el cual analizó este medicamento junto con la aspirina para la prevención de la formación de coágulos en pacientes previamente infartados. El estudio tuvo la aprobación del Invima y será un sustento para esta nueva investigación pues es el medicamento con el que más se ha tenido experiencia en cuanto a su manejo.
De esta forma, desde la Udes y su coordinación en los centros establecidos para la toma de muestras, se tiene la intención de determinar si la administración de estos medicamentos produce que menos personas evolucionen a una enfermedad severa, que se den menos pacientes que requieran hospitalización o menos personas con ventilación artificial en UCI. Por otro lado, saber si estos empeoran o si no hay progreso alguno.
La idea es tener una evidencia 1A, es decir, una evidencia que tuvo su razón y no por azar como se han establecido los tratamientos contra el COVID-19.
El proyecto en Colombia
Desde finales de noviembre se aprobó el desarrollo de la investigación en Colombia por parte del Invima, y hasta la fecha solo la Clínica De La Costa en Barranquilla ha iniciado el reclutamiento de pacientes pues ha sido demorada la aprobación por parte de este comité de ética en los demás centros médicos que integran el estudio en el país.
Se espera que la próxima semana estos sitios se unan a la clínica barranquillera para empezar en forma el suministro de los medicamentos a los pacientes seleccionados. A nivel internacional, el proyecto está diseñado para culminar en año y medio.
Aunque dichos medicamentos que se están estudiando son económicos y no tienen patente, no significa que puedan ser de uso sin prescripción médica. El llamado de estos investigadores es a no automedicarse con tratamientos que no tengan un sustento clínico sólido. Patricio López advierte que el mal uso de la aspirina aumenta el riesgo de sangrado y el de la colchicina puede alterar la función hepática.
El director científico afirma que en caso de demostrarse que la administración combinada de estos medicamentos es eficaz y segura, contribuirán en el conocimiento de cómo manejar el COVID-19, pues actualmente no hay demostraciones contundentes de un manejo terapéutico efectivo contra esta nueva enfermedad.
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