En teoría, la afonía en los niños, no es habitual. Incluso, por más que griten, suden, canten de manera acalorada, tomen cosas frías y anden en camiseta a 12 grados en una intensa tarde de parque, su voz sigue sin verse afectada. Pero para algunos, en concreto, entre el 6 y el 23% de los niños de entre 4 y 12 años, esos excesos se traducen en que se quedan afónicos. Así se refleja en el estudio ‘Enfermedad de las cuerdas vocales: disfonía infantil’ elaborado por los especialistas Javier Vicente, Javier Hernández-Calvín y Almudena Trinidad, miembros del Servicio de Otorrinolaringología de los hospitales Puerta de Hierro y Quirón de Madrid. Pero, ¿a qué se debe?, ¿debo preocuparnos?, ¿cómo tratar la disfonía?
El mal uso y abuso de la voz es el principal motivo de disfonía en niños. Según estos expertos, otras causas pueden ser las anomalías congénitas o traumas de intubación en el caso de los bebés, o cambios hormonales con la llegada de la pubertad a partir de los 13 años. Hasta la adolescencia, no obstante, la principal causa de la afonía suele ser la laringitis aguda. Aunque también puede deberse a la aparición de alergias, reflujo gastroesofágico, papilomas, quistes o tumores, y de manera muy común los nódulos vocales.
María del Pilar Rey Mourelle, logopeda del Hospital HM Rosaleda y experta en terapia miofuncional, añade en este sentido que el 95% de los nódulos de Kissing, aquellos que aparecen por un uso inadecuado de la voz, desaparecen mediante la reeducación vocal. Estos se localizan en el tercio medio de la parte membranosa de la cuerda vocal. «El abuso vocal mantenido provoca un microtraumatismo repetido en el borde de las cuerdas y este tipo de lesión provoca disfonías», explica Rey. Una afonía que empeora con la actividad y mejora con el reposo, por ello, es habitual que los viernes aflore con frecuencia la ronquera entre los niños con este tipo de nódulos. Si este hecho se produce de manera habitual, es conveniente acudir a un especialista, ya que el grado de recuperación a través de la reeducación vocal puede ser muy importante sin necesidad de recurrir a una operación. «Además, la detección precoz del problema puede evitar riesgos potenciales», apunta Rey Mourelle.
¿Nódulos o pólipos?
La experta distingue aquí entre los nódulos y los pólipos. Los nódulos de Kissing pueden producirse por varias causas, tales como los procesos infeccioso-inflamatorios agudos de vías respiratorias altas, que afectan a laringe, faringe y permeabilidad nasal; o los procesos inflamatorios agudos de vías respiratorias bajas como alergias, bronquitis, asma, mucoviscidosis o traqueítis. También pueden generarse a través de procesos crónicos de la esfera ORL tales como adenoiditis, rinofaringitis, obstrucción nasal o procesos otológicos. En estos casos, la solución bastaría con varias sesiones de reeducación vocal.
En cuanto a los pólipos, son inflamaciones implantadas en el borde de las cuerdas vocales que pueden ser unilaterales o bilaterales. También pueden estar asociadas a otras lesiones adquiridas o congénitas en el mismo repliegue, o en el contralateral. «Se ocasionan en disfonías antiguas que se han intensificado recientemente y suelen mostrar un peor estado por la mañana, al levantarse, debido al edema propio del descanso nocturno», explica la especialista.
Para que la recuperación sea efectiva, es necesaria la cirugía. Siete u ocho días después de la intervención, María del Pilar Rey recomienda «iniciar la reeducación vocal postoperatoria, la cual permitirá la consolidación funcional de la rectificación anatómica de la cuerda vocal realizada por el cirujano y, además, evitará la recidiva de lesiones adquiridas».
Rehabilitación vocal
El tratamiento de las disfonías puede llevarse a cabo de médica, quirúrgica o de rehabilitación o reeducación vocal. Esta última es la más habitual y debe de ser «motivadora, clara y adaptada al paciente», apunta María del Pilar Rey. La experta divide el protocolo de rehabilitación vocal en control postural, relajación, fonación y respiración.
El control postural permite analizar los músculos implicados en la emisión y trabajar para evitar posibles contracturas o tensiones a través de las maniobras o técnicas propuestas por el logopeda. La relajación, por su parte, disminuye el tono y la tensión muscular y permite ser consciente de los excesos para, después, eliminarlos. Los ejercicios de coordinación entre la respiración y la fonación son, según expone María del Pilar Rey, «fundamentales para evitar la tensión laríngea y las crispaciones musculares, la ineficacia de la voz y la fatiga durante la emisión vocal prolongada, y las sensaciones desagradables como escozor en la garganta, tensión y dolor». Por último, la higiene vocal contribuye a educar y potenciar el mecanismo de fonación, así como a evitar el mal uso y el abuso del mismo.
Pautas para una adecuada higiene vocal
El servicio de Otorrinolaringología de Osakidetza recomienda para una adecuada higiene:
-Evitar situaciones en las que el niño tenga que forzar la voz.
-No hablar al niño en voz alta, sino en tono medio sin subir ni bajar la voz exageradamente.
-No hablar de forma acalorada ni precipitada delante del niño.
-Al dirigirse al niño hacerlo a una distancia prudencialmente corta.
-Procurar que el niño no hable demasiado cuando compruebe que tiene la voz ‘tomada’ o ronca.
-Evitar los juegos de mucha acción. Es conveniente que el niño pase más tiempo en situaciones de relax y tranquilidad que en aquellas que provoquen su agitación.
-Prescindir de ambientes excesivamente cargados y cerrados o en los que haya mucho ruido. Evitar también ambientes cargados de humo, polución o polvo.
-No ingerir bebidas muy frías o muy calientes.
-Evitar comida excesivamente picante.
-Incrementar la humedad en el entorno familiar para evitar los medios secos y caldeados originados las calefacciones y el aire acondicionado. Impedir los cambios bruscos de temperatura.
–Dormir un mínimo de 10-12 horas diarias.
-Visitar con regularidad al dentista y cepillarse después de las comidas.
-Prescindir de las moquetas en las habitaciones ya que retienen un gran número de alérgenos.
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