A dos años y medio de que se puso en marcha, la llamada Cuarta Transformación se ha traducido en problemas que siguen sin solución, pocos cambios muy positivos, otros más moderados y otros que son retrocesos en la vida democrática, de acuerdo con el analista político y económico Carlos Brown.
Recordemos que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que en su gobierno comenzaría la cuarta transformación de la vida pública del país, después de la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana.
De hecho, las decisiones del actual gobierno federal se fundamentan en esta transformación, cuyo discurso tiene como eje “arrancar de raíz al régimen corrupto de injusticias y privilegios” que gobernaba antes. ¿Pero qué tal le está yendo en esa misión?
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¿De qué se trata la Cuarta Transformación?
En su Plan Nacional de Desarrollo, el presidente define esta transformación como una separación del poder político del poder económico, ya que “la fusión entre ambos llevó a un ejercicio gubernamental orientado a beneficiar los intereses privados y corporativos en detrimento de la población”.
“Una sociedad que se desentiende de sus miembros más débiles y desvalidos rompe el principio de empatía que es factor indispensable de cohesión, instaura la ley del más fuerte y acaba en un total envilecimiento”, escribió el mandatario.
Por lo tanto, si buscamos objetivos más concretos para transformar al país, este gobierno se propuso luchar contra la corrupción y combatir la pobreza, de acuerdo con las académicas Mónica Cejas, Liliana López Levi y Angélica Rosas Huerta, coordinadoras del libro Logros, Retos y Contradicciones de la 4T, que detalla los planes del presidente y los programas de Morena.
Otros objetivos de esta transformación son la recuperación de la paz, la viabilidad financiera y austeridad, la equidad de género, el desarrollo sostenible y buen vivir, así como la reconstrucción nacional.
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¿En qué nos vamos a transformar?
De acuerdo con el Plan de Desarrollo 2019-2024, este gobierno ve “una población consciente de su capacidad para modelar la historia, con una mejora radical en sus niveles de bienestar y seguridad con respecto a los que prevalecían en 2018”.
Al final del sexenio contaremos “con instituciones saneadas, confiables y respetuosas de las leyes y con una sociedad participativa e involucrada en el ejercicio del poder público”.
Por otro lado, se crearán empleos suficientes para absorber la demanda de los jóvenes que se estén incorporando al mercado laboral.
Además “nadie padecerá hambre, la pobreza extrema habrá sido erradicada, no habrá individuos carentes de servicios médicos o de medicinas y los adultos mayores recibirán pensiones justas y podrán vivir sin estrecheces materiales”.
El Plan también señala que se acabará la emigración de mexicanos en 2024 por causas de necesidad laboral, inseguridad o falta de perspectivas.
“La delincuencia organizada estará reducida y en retirada” y “los índices delictivos” se habrán reducido en 50% en comparación con los de 2018. “México habrá dejado de ser la dolorosa y vergonzosa referencia internacional como tierra de violencia”, se lee en el Plan.
También desaparecerá la delincuencia de cuello blanco, la corrupción política y la impunidad, “reducidas a casos excepcionales, individuales e inmediatamente investigados y sancionados” y se va a demostrar que es posible tener elecciones sin prácticas fraudulentas.
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¿Cómo va la transformación?
Para Carlos Brown, maestro en Economía por el Colegio de México, sí hay algunos sectores en los que el gobierno ha intentado arrancar los problemas de raíz.
“Si hay una transformación que va a dejar esta administración, va a ser referente a los derechos laborales, de la recuperación del salario mínimo al combate al outsourcing. Y, en parte, la recuperación de espacios públicos”, explicó.
Esas son las dos áreas donde sí se ven transformaciones “palpables” para Brown, pero en el resto de los pendientes del país “no se ve la transformación o es muy moderada”.
En cuanto a la separación del poder político y el económico, el experto considera que “las relaciones de poder están bastante intactas. Más allá de los enemigos del presidente, esos privilegios al parecer siguen intactos. E incluso sostenidos”.
El especialista pone como ejemplo que los contratos de obra pública están beneficiando a las mismas empresas de otros sexenios y llueve, truene o relampaguee, esos proyectos se sostienen. Y lo mismo ocurre en otras áreas, los proyectos “se siguen haciendo a través de las mismas personas”.
En cuanto a los programas sociales como eje para combatir la pobreza y recuperar la paz, el experto opina que deberían ser solo una parte pequeña de una estrategia más amplia.
“La protección social a través de entrega directa de dinero no está mal, siempre y cuando no se le dé un uso electoral. El problema es cuando no inviertes en bienes y servicios públicos –clínicas, escuelas, transporte, estancias infantiles–, que es la pata de donde cojea esta administración”, dijo el experto.
El académico del Colegio de México nos explicó que “la transferencia monetaria permite no caer en pobreza extrema, tener dinero por lo menos para comer”, pero lo que le permite a la gente crecer es invertir en bienes y servicios públicos de calidad para que la gente gaste su dinero en otras cosas.
Pendientes en democracia
Carlos Brown piensa que hay una transformación preocupante. “Me parece un retroceso democrático el fortalecimiento de la presencia de las Fuerzas Armadas en la vida pública de este país. Su presencia en el espacio público pero también su involucramiento en decisiones muy importantes”.
Y agregó que aunque esta transformación ha sido a cuentagotas, cuando empiezas a sumar la cantidad de elementos de la vida pública en manos de las Fuerzas Armadas, “enciende las alarmas de cualquier persona que conozca la historia de América Latina”.
Para Brown, ese poder político se está traduciendo en poder económico que a su vez refuerza el poder político de las Fuerzas Armadas de nuestro país.
“Tienen dinero público, tienen los medios para empujar su agenda en las diferentes esferas de la vida pública y además les regalamos 1,200 kilómetros de derecho de vía en Yucatán”, dijo.
También platicamos con el doctor en Ciencia Política, Jorge Márquez, quien asegura que, en este rubro, el actual gobierno sí está llevando a cabo una transformación pero hacia un modelo autoritario.
“Parecía que (tomar decisiones sin negociar) era momentáneo porque (López Obrador) tenía desde 2018 el Ejecutivo y una parte del Legislativo bajo su control, pero después se vio que él quería cambiar el modelo”, nos dijo Márquez.
Según el experto, esta transformación busca desaparecer los contrapesos y se nota “porque quiere colonizar el Poder Judicial, porque quiere convertir los órganos autónomos en simulación y que todos estén alineados a su voluntad”.
Para Márquez, a esta administración tampoco le molesta la pobreza, “porque suma programas sociales y suma votos”, como tampoco le preocupan los demás pendientes sino la próxima elección.
En resumen, ”lo que quiere el presidente es que se mantenga una especie de campaña permanente. Los temas sustanciales no le importan. No tiene un pensamiento estratégico de Estado, sino de líder de partido. Está pensando en la siguiente elección y eso distorsiona los recursos del Estado”, concluyó Jorge Márquez.
¿Tú qué opinas, crees que el país está en camino de una verdadera Cuarta Transformación o que es simplemente el eslogan de este gobierno?
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