La crianza de cerdos para el abasto estableció años atrás diversas estrategias para mejorar su producción a fin de satisfacer la demanda de carne de cerdo, cuidando en todo momento el bienestar de los animales sin olvidarse de la calidad y buena presentación del producto final (Silva, 2017).
Dentro de las técnicas y manejo de la calidad de la carne, es necesario hablar de la castración de los cerdos, antiguamente solo se pensaba en los machos, en la actualidad se menciona y se utiliza la castración en hembras.
La castración, que tiene como objetivos que los animales alcancen mayor peso y rendimiento en menor tiempo, también elimina la presencia del llamado olor a verraco u olor sexual en las canales provenientes de machos, buscando minimizar los efectos de la pubertad sobre el desempeño productivo en las hembras (Hinson et al., 2012).
Bienestar animal en la producción de carne de cerdo.
El bienestar animal es un elemento imprescindible durante la práctica zootécnica para la obtención de carne (Marabelli, 2003; Velarde et al., 2015).
La castración se realiza bajo condiciones que aseguren el bienestar de los cerdos, sin embargo, se ha observado que existe un cierto estrés tras la castración que se refleja directamente en el comportamiento de los lechones y su crecimiento durante las primeras semanas de vida, tomando como indicador la cantidad de vocalizaciones, períodos de postración y la reducción en el consumo de alimento después de la castración (Taylor et al., 2001; Prunier et al., 2006; Marx et al., 2003).
En países de primer mundo las normas han sido modificadas para garantizar el bienestar de los animales durante su producción y manejo previo a su consumo, un ejemplo de ello se tiene en el “Code of Recommendations for the Welfare of Livestock: Pigs” publicado por el Reino Unido en 2003, el cual menciona técnicas de producción como la inmunocastración para reducir el estrés en el control del olor a verraco (“boar tail”) considerándola como una opción viable y amigable con los animales y su bienestar la engorda, señalando a la orquiectomía cómo una mutilación (Kjærnes, 2007). Por lo que a continuación analizaremos las diferentes alternativas y el por qué de su uso.
¿Qué se intenta modificar en la fisiología, con la castración?
En el hipotálamo, antes de la pubertad, se da la liberación de GnRH, hormona liberadora de gonadotropinas (Figura 1), ésta inducirá en la hipófisis la producción de FSH, hormona estimuladora de los folículos, y de la LH, hormona luteinizante (Figura 2), estas dos tienen como función establecer diversos cambios morfológicos y funcionales a nivel gonadal, tanto en testículos como a ovarios (Prieto, 2002; Figura 3). Estos cambios se irán dando paulatinamente antes de la pubertad, y después de manera cíclica. Lo que hay que resaltar es que cada vez que estas hormonas incrementan su concentración, los animales tienen un comportamiento diferente, lo cual los puede llevar a alterar su consumo de alimento, hábitos de sueño e incremento en la incidencia de peleas, lo que repercute en la ganancia diaria de peso (Rydhmer et al., 2006).
En el caso particular de los machos, al llegar a la pubertad se tiene la presencia de un olor característico de esta etapa fisiológica conocida como “olor a verraco”, que en los sementales forma parte del estímulo durante el cortejo y proceso de monta para la reproducción, pero en la producción de cerdos para el abasto significa una característica indeseable de la carne al conferir este olor a la misma, generando un producto de baja calidad y de rechazo para el consumidor.
¿Olor a verraco o sexual? ¿Escatol?
Estos términos son muy utilizados, veamos que significan.
Metabolismo del escatol y olor sexual.
Un aspecto esencial en el crecimiento de los cerdos es la alimentación, tanto el sistema mismo como la dieta en sí, uno de los elementos que se cuida es el aporte de proteína, poniendo especial atención en el triptófano, el cual es un aminoácido esencial que contribuye al desarrollo muscular, sin embargo, durante su digestión tiene cambios en su composición, iniciando con la desaminación (desacoplamiento de un grupo amino de la cadena estructural del mismo) que da como resultado la producción de piruvato e indol. Al desecharse el piruvato, la molécula de indol permanece en el colon (Intestino grueso) y lugar donde nuevamente cambiará su estructura, ya que se produce descarboxilación, dando como resultado la producción de ácido indolacético; posteriormente, se lleva a cabo una segunda descarboxilación de la cual se obtiene 3-metilindol o escatol como producto final (Contreras, 2016). El escatol es excretado con las heces, sin embargo, una fracción de este compuesto es absorbida por la mucosa del colon y transportado vía portal hasta el hígado, sitio donde se metaboliza y se elimina en la orina (Deslandes et al., 2001; Figura 4).
El inicio de estos mecanismos hormonales y su circulación por el tránsito hepático interrumpen el metabolismo y desecho del escatol, acumulándolo en el sistema portal debido a un sinergismo del escatol con los andrógenos, específicamente la 5-α-androstenona y se almacena en tejido adiposo (Figura 5), generando un olor desagradable característico de los cerdos machos enteros, el cual demerita la calidad sensorial de la carne (Castellanos, 2015).
Para contrarrestar el olor de verraco es importante implementar estrategias en las unidades productivas, el control del olor a verraco es un manejo zootécnico relevante debido a las repercusiones que tiene en el mercado de la carne. En varios países, incluido México, la presencia de testículos en las canales de cerdo es un indicador de que la carne presenta olor a verraco, la presencia de testículos da un menor valor a la canal, pasando de los $30/Kg/canal a $13/Kg/canal (BM editores, 2019).
La presencia de testículos en los cerdos destinados al abasto radica en que la pubertad en animales de engorda, inicia aproximadamente a la edad de 5 meses, misma edad a la que estos cerdos son llevados a rastro; sin embargo, la actividad hormonal y testicular inicia un mes antes de presentarse la pubertad (aproximadamente a los 4 meses), por lo que puede llegar a concentrarse escatol y androstenona en tejido adiposo dando mal olor a la canal (Trujillo et al., 2017).
Control del olor a macho
La castración, es el método por el cual, durante décadas, se ha eliminado este problema del olor de macho, en la actualidad existen los métodos físicos y químicos.
Métodos Físicos.
a) La orquiectomía o castración por cirugía o extracción de los testículos u ovarios.
Orquiectomía en machos.
Se realiza de forma bilateral (ambos testículos), es un manejo zootécnico común en la producción porcícola como medida de control para el olor de verraco, este procedimiento se realiza durante la primera semana de vida y consiste en hacer una incisión ya sea escrotal o inguinal para retirar ambos testículos y posteriormente ligar sus paquetes vasculares (Quiles, 2009; Figura 6).
Sin embargo, este procedimiento se puede realizar en cualquier momento de la vida de los animales, es decir, se puede realizar en cerdos adultos, sin embargo, existe mayor riesgo para el animal por posibles infecciones y complicaciones post quirúrgicas; además de que en los animales adultos, ya existe la producción del escatol, por lo que será necesario esperar varias semanas para que el escatol y la androstenona sean eliminados del cuerpo del cerdo, además de que cicatrice la incisión realizada (Bruniusa et al., 2011). No hay que olvidar que, aunque en la práctica en general no se utiliza anestesia local, es muy recomendable y necesaria su uso.
Castración en hembras
La castración en las hembras de producción es una práctica poco habitual pero que en los últimos años ha cobrado importancia por el alargamiento del ciclo de engorda en búsqueda de canales más pesadas, lo que ha llevado a cambios conductuales por parte de las cerdas por efecto de la pubertad, sobre todo un descenso en la frecuencia de consumo voluntario de alimento, una disminución en el consumo de agua y el incremento de peleas entre la cerdas con el consecuente incremento de lesiones en la piel y masas musculares de piernas y lomos (Di Martino et al., 2017).
De forma rudimentaria algunas regiones de México, sobre todo en regiones rurales, la castración de las hembras se puede observar dentro de los métodos de crianza, lo cual cumple un efecto similar al retirar los ovarios en una edad temprana o previo a la entrada a la pubertad, sin embargo, este manejo no se encuentra bien estandarizado, por lo que la región de incisión puede variar entre el ingreso a la cavidad por incisión en el bajo vientre y en algunos casos por medio del incisiones en la región lumbar realizando la extracción de las gónadas por vía retroperitoneal.
b) Castración QuÍmica
La búsqueda de condiciones óptimas para los animales de producción y la reducción del manejo invasivo que afecten el bienestar de los animales, llevaron a los investigadores a la búsqueda de soluciones.
Una de las alternativas ha sido la castración química, que consiste en el uso de sustancias que provoquen la destrucción del tejido testicular, estas sustancias pueden ser: permanganato de potasio, ácido láctico, ácido acético, zinc, sales de plata, por mencionar algunas (Migdal et al., 2009). El objetivo de éstas, es interrumpir la síntesis de andrógenos bloqueando la conversión enzimática de testosterona en androstenona; cada una tiene diferentes mecanismos de acción, sin embargo, todas requieren más de una dosis, lo cual nuevamente son consideradas invasivas o con efectos secundarios, lo cual limita su uso (Vela, 2012).
Otro ejemplo de productos alternativos tuvo lugar en 1994 con el empleo de virginiamicina, que además de tener efectos como promotor del crecimiento también fue usado como bloqueador en la síntesis de LH, buscando otras opciones con efecto bloqueador sobre gonadotropinas, sin embargo, los efectos secundarios como resistencia a enfermedades, por ejemplo la disentería porcina, evitaron su uso (Alila et al., 2002).
c) Inmunocastración.
Un avance es la aplicación de la castración inmunológica por medio de antígenos anti GnRH, sustituyendo a la orquiectomía como medida de control para la presencia del olor a verraco en la carne (Prunier, 2006).
La inmunocastración o castración inmunológica es la alternativa a la orquiectomía para el control del olor a verraco, que además reduce el estrés y contribuye al bienestar del cerdo al ser una técnica no invasiva (Mainau et al., 2013). En la actualidad existe la disponibilidad de productos destinados a este fin, tal es el caso de Improvac® y Valora®.
Improvac® es una vacuna compuesta por un análogo sintético de GnRH que se acopla a los gonadótropos sin desencadenar actividad; al mismo tiempo, este análogo sintético va conjugado con un toxoide de difteria, el cual se encargará de activar una reacción inmune humoral obteniendo anticuerpos anti-GnRH (Zoetis, 2009; Figura 7).
Al momento de aplicar la segunda dosis de esta vacuna se desencadena la liberación de anticuerpos contra la GnRH en altas concentraciones (Figura 8), esto ocasiona la inhibición del eje hipotálamo-hipofisiario-gonadal (H-H-T) que tiene como consecuencia una disminución considerable en los niveles séricos de LH y FSH, las cuales actúan sobre las células de Leydig y Sertoli (Einarsson et al., 2011). Todo ello genera el bloqueo en la producción de andrógenos modificando el desarrollo de los órganos reproductivos (testículos, epidídimos y las glándulas accesorias) (Zoetis, 2009; Bruniusa et al, 2011).
La aplicación recomendada por el fabricante del producto es una primera dosis después de las 8 semanas de edad, con una segunda aplicación 4 semanas después y la matanza de los cerdos a la cuarta tras la aplicación de la segunda dosis (Zoetis, 2009).
Por otro lado, Valora® es una vacuna que actúa directamente sobre el factor liberador de LH (LHrH), inhibiendo su producción y teniendo como resultado la ausencia de estímulo sobre las células de Leydig, interrumpiendo así la formación de andrógenos. Esta vacuna se aplica vía intramuscular detrás de la oreja en la región de la tabla del cuello, su aplicación consta de una primera dosis a partir de la tercera semana de edad y otra segunda dosis entre 4 y 10 semanas antes del sacrificio. Se debe considerar un intervalo de 8 semanas entre la primera y la segunda aplicación (CEVA, 2016).
El uso de la inmunocastración en cerdas ha reducido la incidencia de agresiones y los cambios conductuales que interfieren con su consumo de alimento y desempeño durante la engorda, así mismo, se observa una disminución significativa en la cantidad de lesiones con que las hembras que han pasado la edad de pubertad llegan a la matanza, lo cual mejora la calidad de la canal a pesar de no contar con diferencias significativas con respecto al rendimiento de la canal (Rodriguez et al., 2018).
Referencias
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