La Fisura Labio Palatina (FLAP) es la malformación más frecuente de la cara y del cráneo (Getty images)
La llegada de un bebé es un gran momento de alegría y entusiasmo para la mayoría de los padres. Además, la bienvenida al recién nacido suele contagiar felicidad a toda la familia. Sin embargo, cuando un niño nace con una malformación congénita facial que le impide comer y respirar bien, la felicidad se opaca y los padres deben enfrentar la angustia que genera un problema de salud severo. Frente a ese panorama, la ciencia tiene respuestas. En los últimos años, las cirugías reconstructivas han avanzado muchísimo y los profesionales de la salud se especializaron para mejorar la calidad de vida de los pacientes.
La Fisura Labio Palatina (FLAP) ocurre cuando ciertas partes y estructuras de la cara no se fusionaron correctamente durante el desarrollo fetal. En el mundo, uno de cada 800 bebés nace con esta patología. Estas fisuras causan dificultades para comer, respirar, oír y hablar .
La cirugía reconstructiva de fisura labio palatina ha evolucionado durante más de medio siglo, y las técnicas y procedimientos actuales han recorrido un largo camino de innovación. En la actualidad, la cirugía es segura y la transformación es inmediata. Los pacientes ven su sonrisa por primera vez y los padres lloran de alegría al ver el cambio que abre la puerta para un futuro mejor para sus hijos.
“La importancia de la cirugía de labio palatino es fundamental porque es la malformación más frecuente de la cara y del cráneo. Cada vez que nace en una familia un bebé con estas características, muchos lo consideran una catástrofe, porque es de las patologías que acarrean problemas emocionales psicológicos a la familia entera. Los padres se cuestionan qué hicieron mal, por qué si son sanos, deportistas, y se alimentan bien ocurrió algo así”, dijo a Infobae el especialista mexicano Fernando Molina Montalva, profesor de cirugía plástica reconstructiva y miembro del Consejo Médico Asesor de Smile Train.
Daniel tuvo su primera cirugía en el Centro Médico de la Universidad de Ohio, EEUU, a los 3 meses y así luce a los 7 años (foto: Smile Train)
En cuanto a la causa que origina la fisura de labio y paladar, los expertos coinciden en que es multifactorial. Los desencadenantes pueden incluir una predisposición genética, así como problemas ambientales como el consumo de ciertos medicamentos, drogas y alcohol, el tabaquismo, enfermedades maternas, infecciones o falta de vitamina del complejo B, como ácido fólico.
Molina Montalva, que además es presidente de la Fundación de Anomalías Craneofaciales de México, destacó que este tipo de cirugía le cambia la vida a los bebés y sus familias, “porque la reconstrucción no solamente implica el aspecto estético, mejora problemas funcionales fundamentales como la alimentación, la respiración y el desarrollo correcto del lenguaje”.
En términos generales, un niño con esta malformación suele requerir al menos dos cirugías en su vida, indicó el experto mexicano. La primera debe realizarse entre los 3 y 6 meses de vida para la reparación inicial del labio, la corrección nasal y de la parte más anterior del paladar. La segunda intervención suele hacerse entre los 12 y 18 meses y está orientada a la reconstrucción de los músculos faciales con los que el niño va a hablar, comer, tragar.
El antes y después de un niño tras ser operado por fisura de labio y paladar (foto: ONG Smile Train)
La Fundación Garrahan junto a Smile Train, una ONG de alcance global, organizaron el primer curso en Sudámerica de simulación quirúrgica en fisura de labio y paladar. El objetivo es que los cirujanos plásticos infantiles en formación pueden adquirir habilidades a través de simuladores de última generación antes de realizar una cirugía en el paciente.
Juan Carlos Rodríguez, jefe de Cirugía Plástica del Hospital Garrahan, explicó a Infobae que a través de esta técnica innovadora “se disminuye las posibilidades de complicaciones, se reduce el tiempo en el quirófano y además, se disminuye el estrés que puede sufrir el cirujano al enfrentarse por primera vez con la cirugía de un paciente pediátrico con labios de dimensiones muy pequeñas, lo que implica que los trazos quirúrgicos tienen que ser muy precisos”.
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