La feminización de la medicina no es un proceso nuevo. Hace tiempo que las mujeres son mayoría en la Facultad de Ciencias Médicas, donde superan el 60 por ciento del alumnado e incluso representan el 70 por ciento de los egresos, de acuerdo a las últimas estadísticas oficiales publicadas por la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Eso se refleja también desde 2013 en la matrícula del Colegio de Médicos de la 2ª Circunscripción, que regula el trabajo del sur provincial y donde ya desde 2013 las mujeres superan en número a los varones y a julio de este año representan más del 50 por ciento del total. Sin embargo, avanzar en las especialidades no es tan sencillo, y menos todavía en las que aún son enclaves habitados mayoritariamente por los varones. La presidenta del colegio profesional, Angela Prigione, recalca que “ahora se animan a especialidades como cirugía, traumatología, urología y neurocirugía”, y agrega que “en ese proceso mucho tuvo que ver el avance de las mujeres en todos los ámbitos”. De hecho, Rosario tuvo su primera cirujana pediátrica en 1986, esa situación se mantuvo durante 30 años.
La presidenta del Colegio apunta a la última década como “el tiempo en el que se dio el gran cambio”, y agrega: “Fue a nivel global con el avance de los derechos de las mujeres; se ve en el área salud y en otras carreras incluso consideradas más duras. Tiene que ver con ese proceso de lucha que nos hizo entender que podemos estudiar, que podemos estudiar lo que querramos, en el campo que sea, y que somos capaces de eso”.
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Así es que en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) hace tiempo que las alumnas son mayoría, y para 2018 eran más del 60 por ciento del alumnado, un porcentaje que sostenían incluso en el número de egresadas. En el área de salud, si bien había carreras históricamente femenizadas como la enfermería por estar vinculada al cuidado de personas o la fonoaudiología, en Medicina también tener un número mayor de estudiantes mujeres pasó a ser una normalidad.
Para el 2018, del total de alumnos, las mujeres representaban el 64 por ciento, ese año las nuevas inscriptas también eran el 66 por ciento del total de ingresantes, y en los egresos, las graduadas fueron el 70 por ciento.
Un proceso en marcha
El director de la Escuela de Graduados de la facultad, Pablo Arias, también apuntó a ese proceso como “un cambio que se da hace ya 20 años y es cierto que ha ido creciendo”, incluso al referirse a las especialidades indica que “antes había terrenos vedados para las mujeres, como las residencias en cirugía y traumatología, que ahora ya también tienen alumnas mujeres”.
Sin embargo el tránsito por allí al día de hoy el tránsito de las mujeres no es tan sencillo, y a veces para nada agradable. La facultad, en sintonía con lo que viene sucediendo en todas las Universidades del país e incluso en la UNR, abrió este año su propia Secretaría de Género, un espacio donde se reciben presentaciones y denuncias de estudiantes mujeres, y se intenta transversalizar la perspectiva de género a toda la currícula de la carrera.
Ana Clara Bordato, secretaria del área, reconoce los avances, pero aclara que “hay cuestiones simbólicas que se siguen reproduciendo y hay especialidades donde eso sucede más, donde los varones siguen creyendo ser los únicos que pueden hacerlo. Lo que sucede allí es que ahora es que las alumnas que cursan detectan las situaciones de maltrato o de hostigamiento por su condición y vienen a plantearlo, o incluso a veces lo hacen compañeros varones”.
Por eso desde la secretaría, si bien no siempre se trata de denuncias, sí buscan “trabajar a través de intervenciones para sensibilizar tanto a los docentes como a los estudiantes”, agrega.
No sólo pediatras
Con el incremento del número de mujeres que se reciben, cada vez más las especialidades menos clásicas para las mujeres también comenzaron a ser ocupadas, aunque aún hay enclaves donde la diferencia se ve marcadamente.
“Hace 25 años atrás la proporción de la torta era del 75 por ciento varones y apenas un 25 por ciento mujeres, hoy tenemos unas 1.500 médicas más matriculadas por encima de los varones”, señala Prigione, lo que hace que del total de matriculados actuales en el colegio como médicos generales, el 55 por ciento son mujeres.
“Eso de a poco permitió que por fuera de la medicina general y el consultorio, la pediatría y la neonatología, las mujeres también comenzaran a ingresar a residencias más clásicas de los varones como es la cirugía y la terapia intensiva”, señala. De hecho actualmente de los 23 residentes de esa última carrera, 17 son mujeres.
Ya como médicos especialistas matriculados, en 2010 las mujeres representaban el 7,7% de las traumatólogas y diez años después, crecieron al 10 por ciento, y una variación algo mayor se registró entre las cirujanas que pasaron del 7 al 12 por ciento.
En ese contexto, el tiempo de formación, la precarización y los sistemas de guardias que aún sostienen jornadas de 24 horas, y posibilidad de compatibilizar eso con la vida afectiva y doméstica _lo que en muchos estudios conceptualizar como “un estilo de vida controlable” incluyendo como variables los ingresos económicos, las horas de trabajo y los años de posgrado_ siguen siendo los factores que determinan la elección de las especialidades.
Un sistema accesible a las mujeres
Ese mismo proceso también es nacional, y así lo vienen señalando a nivel nacional. Kumiko Eiguchi, subsecretaria de Políticas, Regulación y Fiscalización del Ministerio de Salud de la Nación, señaló en 2017, que “la concepción de género nos permite echar luz sobre el análisis de la elección de las especialidades médicas e indagar acerca del papel diferencial que varones y mujeres desempeñan en el ámbito laboral y profesional médico”, y que determinarían las elecciones de las especialidades.
Así es que apunta que “cirugía general, anestesiología, ortopedia y traumatología, oftalmología, urología y cardiología siguen siendo las residencias de mayor predominio masculino, mientras que la mayoría de las restantes residencias tienen mayor predominio de mujeres”.
En ese panorama global, la especialista considera que “para comenzar a revertir esta situación es hora de pensar en el cambio de los sistemas de atención médica, la duración de las guardias (con opción a 12 horas), incrementar la accesibilidad a guarderías y lactarios y la disponibilidad de espacios temporales para ateneos y actividades de capacitación continua y licencias por maternidad y paternidad que faciliten las actividades familiares de esa etapa y promuevan una equidad en ese sentido”, así como agrega “contemplar la actual realidad de muchas mujeres que ocupan gran parte de su tiempo en sus actividades familiares, y se hallan imposibilitadas de formarse y desarrollarse profesionalmente”.
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