The New York Times
Abrazos a domicilio, libros por teléfono, un avión para un elefante: 12 historias de resistencia pandémica
El virus ha doblegado espiritus en todo el mundo, pero algunas personas se niegan a rendirse. Estas son sus historias.BRASIL»Anhelo tu abrazo. . .». . . escribio el estudiante de tercer grado. A los pocos meses de estar en cuarentena, su maestra, Maura Cristina Silva, se dio cuenta de que sus vivaces alumnos empezaban a flaquear.Se habian convertido en 57 cajas diminutas en la pantalla de una computadora, dejandola con temblorosos y mal iluminados atisbos del numero de victimas que la pandemia cobraba a un grupo de familias en Padre Miguel, un distrito de clase trabajadora en el oeste de Rio de Janeiro.Los estudiantes con problemas de aprendizaje se estaban quedando atras, al igual que los que no tenian sus propias computadoras.Pero el mensaje de texto del estudiante al que le faltaba un abrazo, que llego cuatro meses despues de que su escuela publica fue cerrada abruptamente, golpeo a Silva. El niño habia utilizado la palabra saudade, un caracteristico termino brasileño que transmite sentimientos de nostalgia y melancolia.Silva se pregunto si podria encontrar una manera de abrazar a sus estudiantes de manera segura.Su primera idea fue usar una cortina de ducha transparente equipada con cuatro mangas de plastico, pero desinfectarla despues de cada abrazo parecia poco practico.Luego se le ocurrio la idea de un «kit de abrazos» para la pandemia: impermeables desechables, guantes quirurgicos, mascarillas y desinfectante para manos.La respuesta de los padres fue rotunda: ¿Que tan pronto podria pasar?Puso en marcha la operacion de abrazos a fines de julio, alquilo una camioneta con sonido y condujo de puerta en puerta mientras hacia sonar una lista de canciones del aula que a sus estudiantes les encantaban.»La distancia no puede destruir lo que hemos construido», dijo Silva, de 47 años, en una tarde lluviosa reciente, despues de visitar a tres estudiantes. «Necesitaba mostrarles que nuestros lazos siguen vivos, incluso si no puedo abrazarlos todas las mañanas».Los niños estaban radiantes cuando Silva se envolvia a si misma y a cada estudiante en plastico con la precision de un cirujano. Luego los rodeaba con sus brazos y los levantaba del suelo para darles un largo y tierno abrazo.Yasmim Vitoria de Oliveira dijo que extrañaba las salidas al museo y las fiestas de pijamas en el aula que Silva solia organizar.»Es juguetona y nos deja divertirnos», dijo la niña de nueve años.Silva dijo que una vez que pase la pandemia, abrazara a sus estudiantes con desenfreno, y jamas volvera a dar por sentado el poder curativo del tacto.»En un momento de tragedia, hemos podido compartir momentos de amor», dijo Silva. «Eso es muy poderoso». — Ernesto Londoño y Manuela AndreoniCuando llego el confinamiento a India. . .… Pradeep Sahu, un adinerado contratista de la construccion, sabia exactamente lo que iba a suceder.Durante años, Sahu habia trabajado en estrecha colaboracion con migrantes en Surat, una ciudad industrial en la costa occidental de India, y sabia lo fragiles que eran sus vidas. Vivian diez por habitacion, durmiendo de pared a pared, y trabajaban en fabricas textiles sin tener ningun ahorro. Apenas tenian acceso a un baño.Entonces, cuando todas las fabricas cerraron en marzo, cientos de miles de trabajadores migrantes se quedaron sin comida. El gobierno estatal tardo en ayudar. Muchos trabajadores estaban desesperados por regresar a su estado natal de Odisha, a miles de kilometros de distancia, pero no tenian forma de llegar alli.Asi que Sahu, de 48 años, quien tambien es oriundo de Odisha, se convirtio –el solo– en una organizacion de ayuda.Aprovecho sus contactos comerciales para presionar al gobierno y asegurar raciones para miles. Organizo los billetes de tren. Encontro a una familia que vivia en un garaje y que no se habia bañado en dias y se los llevo a su casa.»Mi condicion mental era la de una persona loca», dijo Sahu. «Cuando visite donde vivian, mis semejantes gritaron: ‘No hemos comido en dias’. Me destrozo. Me hizo enojar y frustrarme».Sahu es un hombre espiritual que trabaja en una oficina que tiene la atmosfera de un templo. De fondo, los canticos hindues se escuchan en un bucle sin fin.Cuando se le pregunto por que se sentia tan motivado para ayudar, Sahu hizo una pausa. La respuesta era tan obvia.»¿Quien mas cuidaria de ellos?», dijo. –Jeffrey Gettleman y Suhasini RajCuando una libreria italiana solicito. . .. . . voluntarios para leer historias o poemas a personas mayores y confinadas en casa por el virus, pensaron que algunos ratones de biblioteca podrian escuchar la llamada.»Queriamos llegar a las personas que se encuentran aisladas en este momento y que podrian sentirse solas», dijo Samanta Romanese, que trabaja en la libreria Ubik, una institucion local en la ciudad portuaria nororiental de Trieste.La idea era que Romanese y sus tres compañeros de trabajo –y con suerte algunos voluntarios– leyeran a la gente durante unos 20 minutos por telefono durante los descansos y en sus dias libres. «Estabamos pensando en pequeño», dijo.Pero la respuesta fue abrumadora.Despues de que la libreria emitio su llamado a fines del mes pasado, se inscribieron mas de 150 voluntarios. Algunos eran italianos que vivian tan lejos como Paises Bajos e Inglaterra. Algunos eran miembros de una compañia de teatro que ha quedado en pausa por el virus.Romanese dijo que se puso en contacto con las autoridades sanitarias locales, las parroquias, los servicios sociales y la Cruz Roja para identificar a posibles personas a quienes leerles. Los voluntarios y los oyentes charlan un poco, leen un poco.Romanese dijo que se habia inspirado en una historia que habia leido en las redes sociales sobre un bibliotecario de Madrid que les leia a los ancianos durante la pandemia.En Francia, Pamela Boittiaux, bibliotecaria de la ciudad norteña de Douai, tuvo una idea similar. Ella organizo lecturas telefonicas sorpresa de extractos de libros, poemas y cuentos durante varios confinamientos de este año. «Logramos mantenernos conectados con nuestros lectores, pero lo mas importante es mantener un sentido de proposito», dijo Boittiaux.La iniciativa de Romanese en Trieste se programo para que coincidiera con la Navidad, pero ahora es indefinida.»En un mundo que se esta volviendo cada vez mas inhumano y deshumanizador, en un momento que este virus hace aun mas dificil, creo que es fundamental seguir siendo humanos, tender la mano, realmente cuidarnos unos a otros», dijo. –Elisabetta Povoledo y Aurelien BreedenCuando conoci al doctor Andrei Vitushka. . .. . . en el patio de un hospital de Minsk en agosto, el acababa de salir de la carcel.Como habia terminado alli, metido en una celda para seis hombres con otras 31 personas durante tres dias en medio de una pandemia, habla del terror arbitrario que enfrentan los manifestantes a favor de la democracia en el pais. Vitushka, de 42 años, y su esposa habian llegado a una estacion de policia con la esperanza de encontrar a su hijo adolescente detenido; en cambio, ellos mismos fueron encerrados.En noviembre, a Vitushka, uno de los neonatologos mas conocidos de Minsk, se le dijo que perderia su trabajo en un hospital estatal, una medida ampliamente vista como una represalia por su postura abiertamente antigubernamental.Pero cuando me comunique con el unas semanas despues por mensaje de texto, estaba ilusionado. «A pesar de todo, estoy sano y libre, lo que para los estandares de hoy es bastante», dijo.El medico es solo uno de los muchos bielorrusos que siguen siendo optimistas despues de quizas el año mas dificil de sus vidas.Su presidente autoritario, Aleksandr Lukashenko, califico al coronavirus como a un bicho que debe curarse con un vaso diario de vodka, negandose a promulgar medidas de distanciamiento social. Luego se declaro ganador de unas elecciones descaradamente falsificadas y reprimio las protestas en la ola mas intensa de violencia policial que se haya visto en Bielorrusia en tres decadas de independencia postsovietica.Pero incluso cuando el presidente no actuo para controlar la propagacion del virus, surgieron grupos comunitarios que recaudaron cientos de miles de dolares para ayudar a equipar los hospitales. Un movimiento de base, que incluia desde trabajadores de tecnologia hasta fanaticos del futbol, se unio para presionar por el distanciamiento social voluntario: una «cuarentena popular», la llamaron.Una empresa de tecnologia, siguiendo el consejo de Vitushka, compro unas 30 maquinas de cafe para equipar unidades de cuidados intensivos.Despues de las elecciones de agosto, algunos de estos grupos recaudaron millones de dolares para las victimas de la violencia policial y la represion estatal, lo que dio mas energia a las protestas y ayudo a construir un sentido de comunidad.»Todos estos regimenes autoritarios y totalitarios dependen de que cada uno este solo», me dijo Vitushka. «Y aqui todos nos unimos frente a una amenaza».Por ahora, Lukashenko permanece en el poder. Pero Vitushka esta convencido de que el dolor de este año –tanto para el como para su pais– ha valido la pena. Tarde o temprano, dice, llegara el cambio politico.»Estamos atravesando un intenso periodo de mayoria de edad», dijo. «Si tuviera la opcion de pasar por todo esto de nuevo o no, diria que tenemos que pasar por eso. Teniamos que seguir este camino». — Anton TroianovskiHa acogido a mas de 100 gatos callejeros. . .. . . durante 14 años en su casa de Wuhan, China. Pero el amor de Shuai Lihua por las criaturas nunca se habia puesto a prueba como a principios de este año, cuando estallo la pandemia en su ciudad natal.El 23 de enero, Shuai, de 43 años, vio con alarma como una avalancha de mensajes de aterrorizados dueños de gatos llegaban a su telefono.Ese mismo dia, el gobierno chino cerro Wuhan, donde comenzo la pandemia, en un intento desesperado de detener la propagacion del virus. Millones de residentes que se habian ido a lo que pensaban que seria un viaje corto, se encontraron de repente varados fuera de la ciudad. Muchos habian dejado comida y agua para sus gatos en casa solo para una semana.Por favor, suplicaban, ¿podria ayudarlos?Fue durante el apogeo de la epidemia en Wuhan, cuando se sabia muy poco sobre un virus que luego infectaria a decenas de millones de personas en todo el mundo. La metropolis normalmente bulliciosa se habia quedado en silencio de repente. La mayoria de los residentes de la ciudad se habian atrincherado dentro de sus casas por miedo.Pero Shuai, que se hace llamar Lao Mao o «Gato Viejo», no lo dudo.»Solo sabia que no podria vivir conmigo mismo si no hacia nada», recordo. «No todos los dias amar a los gatos se convierte en un asunto de vida o muerte».Casi todos los dias durante casi tres meses, Shuai recorrio la ciudad de la mañana a la noche.Llevaba un traje de proteccion, gafas y una mascarilla, bolsas de comida para gatos y una lista de direcciones. Cuando no habia llaves de repuesto o cerraduras digitales, Shuai no tenia mas remedio que ser creativo y, bueno, como un felino, escalar paredes, trepar escaleras de incendios, subir por tuberias oxidadas y gatear por las ventanas.Durante 10 semanas, el y otros voluntarios hicieron alrededor de 2000 visitas a domicilio para alimentar y cuidar a cientos de gatos… y a un conejo. En abril, cuando se levanto el confinamiento, muchos de los dueños de gatos pasaron por el refugio de animales donde trabaja Shuai para dejar pequeños obsequios y dar las gracias.»Valio la pena, no solo por los gatos, sino tambien para que los dueños pudieran tener un poco de tranquilidad», dijo Shuai. «Ahora, al mirar hacia atras a ese momento, todo parece un sueño».– Amy QinEl maestro habia heredado 300.000 dolares. . .. . . y planeaba comprar un auto nuevo. Pero cuando llego el virus, y junto con el el aprendizaje a distancia, dio un giro de 180 grados y decidio comprar 343 tabletas para los estudiantes de primaria que no asistian a clases porque sus familias no podian pagar el equipo.Por si acaso, el maestro, Hoseein Asadi, tambien compro a los niños 30.000 mascarillas para protegerlos de la infeccion.Algunos de sus amigos y familiares pensaron que habia perdido la cabeza.Pero Asadi, de 50 años, ha dedicado 28 años a educar a niños de escuelas primarias de pueblos y tribus nomadas de la provincia de Juzestan. Padre de cinco hijos que vive en Andimeshk, dijo que su conciencia no le permitia comprar un automovil cuando cientos de estudiantes corrian el riesgo de perder un año academico.»Me dijeron: ‘Nunca podras comprar un auto nuevo o una casa con el sueldo de un profesor'», dijo Asadi en una entrevista telefonica. «Pero para mi, ver la dulce sonrisa en los rostros de los niños y saber que les habia dado el regalo de la educacion es suficiente».De la noche a la mañana, Asadi se convirtio en un heroe nacional, aparecio en la television estatal y se escribio sobre el en los medios de comunicacion locales. El ministro de Educacion lo llamo por telefono para expresarle personalmente su agradecimiento.Tambien ha inspirado a otros a actuar.Las industrias estatales, el sector privado y los iranies comunes se han movilizado para recaudar mas dinero para las tabletas. Los iranies de la diaspora en lugares tan lejanos como Australia tambien se han ofrecido a ayudar. Hasta ahora, Asadi dijo que el departamento de educacion ha recibido y distribuido 12.000 tabletas a distritos escolares de bajos ingresos en varias provincias.»Crear felicidad para los niños que no tienen nada es el sentimiento mas gratificante», dijo Asadi. –Farnaz FassihiEstaban a punto de dar a luz, pero aterrorizadas. . .. . . por el virus y los hospitales donde se trataba a los infectados. Asi que, desde el centro de Bolivia, las mujeres pedian ayuda. Justina Calle Flores respondio.Durante meses, Calle Flores, partera de la ciudad de Cochabamba, viajo a los hogares de las mujeres para atenderlas, arriesgandose al contagio para que sus pacientes no tuvieran que hacerlo. Viajo durante horas en automovil, motocicleta y a pie, y llegaba con su mascarilla y guantes, ademas de racimos de romero con los que hacia tes para facilitar el parto.En total, Calle Flores, de 57 años, ha ayudado a mas de 200 mujeres a dar a luz durante la pandemia, mucho mas de los niños que recibe en un año normal.A veces lloraban y tiraban de sus trenzas, dijo. Y casi siempre, con un recien nacido en brazos, le agradecian profusamente, diciendole que lo hubieran tenido que hacer solas si ella no hubiera llegado.El numero de muertos por coronavirus en Bolivia ha sido particularmente alto. Pero Calle Flores, partera durante 25 años y cristiana devota, dijo que continuo con su trabajo por sentido del deber.»No tenia miedo de morir», dijo. «Para mi morir es ganancia, porque estoy en el camino del Señor». — Julie TurkewitzCuando un elefante tiene que viajar en avion. . .. . .se requiere mucha preparacion.No se trata solo de los cientos de kilos de tentempies necesarios para el vuelo. Los elefantes deben ser entrenados para permanecer en jaulas. E incluso un poco de experiencia en dinamica de fluidos es util si no deseas que el avion se inunde de orina de elefante.Ahora imagina hacer todo esto durante una pandemia que ha detenido gran parte de los viajes globales.Pero el 30 de noviembre, Kavaan, un elefante toro asiatico que habia estado confinado en un zoologico de Islamabad durante 35 años, fue trasladado en un avion de carga ruso desde Pakistan a Camboya para comenzar una nueva vida en un santuario de vida silvestre.Enviado a Pakistan como regalo por Sri Lanka, Kavaan vivia en un zoologico de la capital tan decrepito que el Tribunal Superior de Islamabad ordeno su cierre.Los elefantes son criaturas sociales y la pareja de Kavaan murio hace ocho años. Cuando fue enterrada en su estrecho recinto, Kavaan paso meses cuidando la tumba, acariciando el suelo con su trompa.El viaje a Camboya fue organizado por Free the Wild, una organizacion benefica de animales, junto con Four Paws International, otro grupo por el bienestar animal. Llevo casi cinco años de planificacion y requirio 180 kg de caña de azucar, 20 sandias y una escolta militar hasta el aeropuerto, por no hablar de los urgentes tuits de Cher, la artista de Hollywood, cofundadora de Free the Wild.Dias antes del viaje, hubo un inconveniente: Kavaan entro inesperadamente en must, un periodo caracterizado por la proliferacion de hormonas masculinas. Los elefantes toro en must pueden ser agresivos y atacar. Tambien estan plagados de erecciones prolongadas, lo cual no es precisamente el estado ideal para viajar en avion.Afortunadamente, los niveles de testosterona de Kavaan disminuyeron en la vispera del vuelo. Su prueba de covid tambien fue negativa. Y asi, el paseo aereo transcurrio sin problemas.»2020 ha sido un año realmente terrible para muchas personas», dijo Mark Cowne, otro cofundador de Free the Wild, «y liberar a Kaavan en medio de esta pandemia fue realmente edificante». — Hannah BeechKENIALas llamadas y los mensajes no paraban. . .. . . en las semanas posteriores a la llegada de la pandemia a Kibera, el asentamiento informal mas grande de Nairobi. De amigos y vecinos, Asha Jaffar escuchaba sin parar las mismas historias de necesidad.Para muchos en el extenso asentamiento, los confinamientos y otras restricciones habian significado la perdida de sus trabajos de ingreso diario. Ahora, no podian permitirse el lujo de comprar comida; de hecho, no podian comprar nada de nada.Para muchos, el apoyo del gobierno o la ayuda de las agencias humanitarias aun no se habia materializado, por lo que Jaffar, escritora y cineasta, decidio tomar el asunto en sus propias manos: establecio la Campaña de Alimentos de Kibera para ayudar a las familias en dificultades, comprandoles articulos como arroz, azucar, aceite y harina.Desde que comenzo, el proyecto ha recaudado mas de 33.000 dolares a traves de financiamiento colectivo en Kenia y en todo el mundo, y ha ayudado a alimentar hasta a 3000 hogares en Kibera.Jaffar dijo que despues de que comenzo el proyecto, muchas personas de la comunidad tambien se acercaron a ella para ofrecerse como voluntarias o, incluso, para hacer una donacion.»Cambio toda mi percepcion sobre el lugar donde creci», dijo Jaffar, de 27 años, en una entrevista telefonica. «Hubo un cambio de narrativas. Vi mas colaboraciones».Pero una parte de la historia ha tardado en cambiar.En abril, dice, la policia golpeo a Jaffar cuando ella trabajaba en el proyecto despues del toque de queda. La policia de Kenia ha sido acusada de matar y herir a civiles mientras hacia cumplir el confinamiento, y esta noche un oficial comenzo a golpearla con una porra.»No se detuvieron hasta que dije que en realidad estabamos repartiendo comida: ‘Soy una trabajadora comunitaria'», recordo.Jaffar sufrio moretones en la mano y la pierna, pero dice que nada le habria impedido asegurarse de que la gente de su comunidad tuviera comida en la mesa.»Aprendimos que tenemos que defendernos por nosotros mismos», dijo. –Abdi Latif DahirSe mudo a Wuhan poco antes del confinamiento. . .. . . y la soledad y la confusion de los largos meses que siguieron a veces se sintieron abrumadoras.A fines de enero, poco despues de que Guo Jing, una trabajadora social y activista feminista de 29 años, se mudo alli desde la ciudad sureña de Guangzhou, el gobierno chino cerro Wuhan mientras un mundo atonito miraba desde lejos.Miles estaban muriendo. Guo se sentia sola, asustada e impotente, se lavaba las manos de veinte a treinta veces al dia y conversaba por video con amigos en ciudades lejanas para tener compañia.Luego, a fines de febrero, Guo comenzo a ver informes de noticias sobre un aumento en la violencia domestica durante el confinamiento. Una amiga dijo que habia escuchado lo que parecia un abuso en el apartamento vecino. Sin saber que hacer, la amiga escribio una carta en la que describia los recursos existentes contra la violencia domestica y la deslizo por debajo de la puerta de sus vecinos.Eso le dio una idea a Guo.Con amigos, escribio y publico en las redes sociales una carta en la que llamaba la atencion sobre la violencia domestica generalizada en China. Y ofrecio sugerencias sobre como intervenir.Llamo a su campaña incipiente «pequeñas vacunas contra la violencia domestica» e insto a otros a compartir la carta y convertirse ellos mismos en defensas contra el abuso.En cuestion de horas, miles de personas visitaron la pagina donde habia publicado la carta. El hashtag «pequeñas vacunas contra la violencia domestica» ha sido visto mas de 800.000 veces en Weibo, una plataforma china similar a Twitter.Personas de toda China comenzaron a compartir fotos de si mismas pegando la carta en los ascensores, en los tableros de anuncios o en cualquier otra area publica que aun pudieran visitar.La efusion fue particularmente notable, dijo Guo, debido a la sospecha con la que el gobierno chino ve cualquier forma de activismo, incluido el feminismo.»Mucha gente estaba nerviosa no solo por la pandemia», dijo Guo, «sino tambien porque no estamos acostumbrados a usar nuestros propios espacios publicos».Wuhan ya no esta confinada, pero Guo todavia reflexiona sobre ese periodo. Un amigo suyo trabaja en un documental sobre la pandemia, y Guo y otros han entrevistado a trabajadores de bajos ingresos y otros afectados por las consecuencias economicas.»Es muy dificil para las personas cambiar fundamentalmente algunos problemas», dijo. «Entonces, la pregunta clave es, ¿que puedo hacer en estas circunstancias?». — Vivian WangMÉXICOEl 2020 lucia bastante mal. . .. . . para Lucia Riojas Martinez, diputada mexicana, incluso antes de que el coronavirus llegara a su pais.Riojas, de 32 años, feminista declarada y una de muy politicos abiertamente homosexuales en el Congreso, ha enfrentado abusos en linea e incluso amenazas de muerte desde que asumio el cargo en 2018. Luego, en febrero, su padre murio de un ataque cardiaco, y eso casi pudo con ella.Pero entonces penso en el orgullo que su padre habia sentido por su trabajo y decidio seguir adelante. «Acuerdate de que tienes que hacer mañana», se dijo a si misma.A finales de marzo, el gobierno mexicano declaro una emergencia sanitaria. Como la gente de todo el mundo, Riojas empezo a trabajar desde casa.Pero el confinamiento no fue un asunto sencillo para muchos otros en la comunidad LGBTQ de un pais conservador. Los interminables dias en casa con familiares homofobicos a menudo se volvian insostenibles, y Riojas comenzo a escuchar historias de personas que terminaban en la calle.Y asi, la diputada convirtio la sede de su organizacion politica, Ahora, en un refugio para jovenes LGBTQ sin hogar, el primero de su tipo en Ciudad de Mexico. Con el apoyo de activistas y otras personas de la comunidad, acogieron a sus dos primeros residentes el 13 de mayo. Desde entonces, el refugio ahora conocido como Casa Frida ha resguardado a mas de 60 personas.Riojas pronto se dio cuenta de que proporcionar refugio no era suficiente, que habia una «crisis de la salud mental y emocional en la comunidad», dijo.Casa Frida ahora ofrece a los residentes asesoramiento psicologico y ayuda para acceder a atencion medica, vivienda y trabajo estable. En promedio, la mayoria se queda entre un mes y medio y tres meses antes de volver a valerse por si mismos.»Mas que un refugio, queremos construir una casa de comunidad», dijo Riojas.Casa Frida, que funciona en gran medida gracias a donaciones y voluntarios, se mudo en septiembre de las oficinas de Ahora a una casa mas permanente en el barrio de Iztapalapa.»Cada dia sabemos que el camino se vuelve mas dificil, pero no podemos dar un paso atras», dijo. «Es hacia adelante, y es juntos». –Oscar LopezA sus 90 años, John Pollard sobresale por su capacidad de recuperacion. . .. . .pero ahora viene la recompensa.En los ultimos veranos, Pollard habia llegado a disfrutar del pequeño placer de tomar el autobus local desde su casa en Brighton y hacer un corto viaje a la costa cercana. Le gustaba pasar la tarde caminando por la playa y respirando el aire fresco y salado.Entonces, el coronavirus llego.Con la recomendacion a las personas mayores de aislarse, los paseos de Pollard llegaron a su fin y ha permanecido la mayoria de los dias desde entonces en su casa.Para un hombre decidido a permanecer activo, el año fue duro.»Es frustrante porque vivo solo», dijo. «Y te hartas de tu propia compañia».Pollard tambien ha pasado gran parte del año con dolor. Le iban a operar el hombro, pero tuvo que posponerlo porque los hospitales lidiaban con una gran afluencia de pacientes.A principios de diciembre, Pollard fue uno de los primeros en Reino Unido en ser vacunado contra el virus. Y mientras espera su segunda dosis a principios de enero, las cosas ya lucen mucho mejor.»Me sorprendio mucho», dijo, cuando recibio una llamada telefonica diciendo que seria vacunado el primer dia del programa de inoculacion masiva de Gran Bretaña. «Nunca lo habia pensado realmente. Todo lo que pense fue que me gustaria no tener covid».La hija de Pollard, Lynda Hayden, lo llevo al hospital para la vacuna. «Honestamente, es mi heroe, nadie cree que tiene 90 años», dijo. «Tiene un corazon tan bondadoso».Ahora, para Pollard, hay finalmente alguna esperanza de volver a la normalidad: a sus viajes en autobus a la playa y a las celebraciones rodeado de su familia.»Lo peor era preguntarse cuando iba a terminar», dijo Pollard.Ahora, al menos para el, ha terminado. –Megan SpeciaElisabetta Povoledo Samanta Romanese en la libreria Ubik bookstore en Trieste, Italia. Lanzo un programa voluntario de lectura. (Francesca Volpi/The New York Times)This article originally appeared in The New York Times.(C) 2020 The New York Times Company
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