El tamaño sí importa, eslogan publicitario, mantra o cliché, según la ocasión y quien la pronuncie o lo lea. Son muchos los que buscan quitar el peso específico que hay detrás de esta afirmación, sin demasiado éxito. Tanto es así, que las técnicas y herramientas para alargar el pene parecieran estar más en boga que nunca. Dentro de esta categoría aparece la técnica de jelqing. Un controvertido masaje sobre el miembro masculino, con grupos de defensores y detractores a partes iguales.
No existe suficiente evidencia científica que respalde o condene definitivamente a esta práctica. Esto hace que muchas de las opiniones sean más bien postulados fundamentalistas. Apreciaciones condicionadas por creencias variopintas o resultados anecdóticos.
Técnica de jelqing: ¿en qué consiste?
Como ya se mencionó en líneas superiores, se trata de un masaje que se aplica sobre el miembro masculino. Su objetivo: dotar de mayor longitud y diámetro al pene. Sin tener que recurrir a tratamientos quirúrgicos o equipos como bombas.
En pocas palabras, consiste en colocar el pulgar y el índice en forma de ‘o’ (también se le conoce como la seña ‘ok’) en la base del falo semi erecto. Hay que ejercer cierta presión y luego, ‘deslizar’ los dedos hasta el prepucio.
Los ‘vacíos’ del procedimiento
Aunque no todos los especialistas niegan a las primeras la eficiencia de la técnica de jelqing, sí emiten algunas alertas importantes. Una de las objeciones que más suelen repetir es que no existe un procedimiento estándar. Empezando por el hecho de que no está claro cuántas ‘repeticiones’ del ejercicio deben realizarse durante cada sesión.
Los más entusiastas – quienes además aseguran que sí funciona – dicen tener claro el asunto. Hay que masajear el pene dos o tres veces cada día, por 20 minutos. Lapsos menores de tiempo serían insuficientes, mientras que superar esta cifra supone riesgos para la integridad de la persona.
Al tratarse de un ejercicio, funciona de la misma manera en la que se agrandan los músculos en el gimnasio. Los resultados serán evidentes y perdurables, siempre y cuando se mantenga en el tiempo. Si se abandona, lo conseguido desaparecerá.
El tamaño: cuestión vital
Quienes levantan sus voces en contra de este procedimiento, señalan que los riesgos no son proporcionales a lo que pudiese conseguirse. Afirman que cuando hay aumentos de longitud o circunferencia, el diferencial obtenido es insignificante.
Entre los posibles efectos secundarios relacionados con el jelqing aparecen curvaturas sobre la estructura del pene y dificultades para orinar. Lo mismo que dolor en el prepucio e inflamación del glande.
No es exagerado afirmar que buena parte de la autoestima masculina se basa en el tamaño y en el funcionamiento del pene. Pero tratándose de un asunto tan delicado, no es buena idea intentar hacerlo más grande o eficiente por ‘cuenta propia’. Lo mejor que puedes hacer es consultar a tu médico de confianza.
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