La mayoría de las veces el cáncer de próstata se diagnostica en estadios iniciales, cuando hay muchas probabilidades de que se pueda curar. No obstante, a algunos pacientes la enfermedad se les detecta ya en fases avanzadas.
La próstata es una glándula del tamaño de una nuez que forma parte del sistema reproductor masculino. Se encuentra debajo de la vejiga y delante del recto. La uretra, que es el conducto que transporta la orina y el semen fuera del cuerpo pasa a través de la próstata. De hecho, la glándula prostática produce un fluido que forma parte del semen. “El cáncer de próstata se origina cuando las células de la próstata comienzan a crecer fuera de control”, señala la Sociedad Americana contra el Cáncer.
Esta enfermedad se desarrolla principalmente en varones de edad avanzada. Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el 90% de los casos se diagnostican en mayores de 65 años y la edad media de diagnóstico es a los 75 años.
Esta entidad subraya que la mayor parte de los casos de cáncer de próstata se diagnostican en estadios iniciales. Existen diferentes métodos diagnósticos como el tacto rectal, la medición de los niveles de PSA en sangre, la biopsia prostática guiada por ecografía transrectal o la RNM pélvica multiparamétrica, que es un procedimiento en el que se utiliza un imán, ondas de radio y una computadora para tomar una serie de fotografías detalladas de zonas internas del cuerpo.
El PSA (antígeno prostático específico, por sus siglas en inglés) es una sustancia producida exclusivamente por las células de la próstata. Está presente en la sangre de todos los hombres, pero en el caso de que haya un cáncer de próstata sus niveles son más elevados.
“Debemos concienciar y educar a los hombres para que acudan al urólogo. Uno no debe esperar a tener problemas o dificultad para orinar o presentar algún problema en la esfera sexual para consultar al urólogo. Es imprescindible acudir a revisión a partir de los 45-50 años para realizarse un tacto rectal y un PSA (analítica de sangre). Incluso ahora disponemos de una nueva prueba en las farmacias para que el varón se pueda realizar un autotest de PSA en su domicilio”, detalla el doctor José Manuel Cózar, director del Patronato Rector de la Fundación para la Investigación en Urología (FIU).
Cuando el cáncer de próstata se diagnostica en estadios iniciales es curable en una gran mayoría de casos mediante cirugía, radioterapia o terapia hormonal. Con la cirugía se extrae completamente la glándula prostática. Por su parte, la radioterapia puede ser externa o interna, en cuyo caso se denomina braquiterapia o radioterapia de implantación intersticial.
Los especialistas de la SEOM explican que para administrar la radioterapia externa se utiliza una máquina que se mueve alrededor del paciente dirigiendo la radiación a la pelvis. Se administra cinco días a la semana durante un periodo de entre cuatro y siete semanas (depende de si se utiliza sola o en combinación con braquiterapia). Por lo general, no requiere hospitalización.
En cambio, la braquiterapia consiste en administrar una fuente radiactiva dentro de la próstata, guidada por ecografía. La braquiterapia precisa una corta estancia hospitalaria. Sin embargo, este tratamiento no está disponible en todos los centros.
Otra opción para los pacientes con cáncer de próstata es el tratamiento hormonal o supresión androgénica. Se basa en aplicar tratamientos que consigan disminuir al máximo los niveles de testosterona en el organismo pues así disminuye el tamaño de la próstata. Según indica la SEOM, se ha comprobado en distintos estudios que administrar tratamiento hormonal tras la cirugía o la radioterapia mejora los resultados en pacientes de riesgo intermedio y alto, aunque no en aquellos con bajo riesgo.
En algunos casos, tras el diagnóstico de cáncer de próstata sólo se lleva a cabo una vigilancia activa. Se trata de retrasar el tratamiento curativo mientras el cáncer no progrese, con la intención de evitar y retrasar los efectos secundarios y las secuelas. “Precisa de una monitorización estrecha de los niveles de PSA junto con el tacto rectal (cada 3 o 6 meses) y la RNM. Es imprescindible re-biopsiar al año y posteriormente a los 2 años (antes en caso de ascenso de PSA)”, explican los especialistas de la SEOM.
Asimismo, indican que esta podría ser una opción válida en ciertos casos como pacientes que tienen una esperanza de vida limitada debido a la edad o a enfermedades asociadas, en caso de tumores pequeños con bajo Gleason (escala que mide el nivel de agresividad del cáncer de próstata) y lento ascenso de los niveles PSA.
Crédito: Enlace fuente
Comentarios recientes