El 28 de noviembre se inicia el novenario de la Virgen de Caacupé. En tiempos de pandemia, el catolicismo paraguayo será puesto a prueba ya que las autoridades eclesiales han decidido hacer la celebración mariana a puertas cerradas y sin asistencia de fieles. También el manantial conocido como Tupãsy Ykua permanecerá cerrado y su preciada agua a la que le atribuyen milagros de cura y otros no estará disponible para los creyentes.
Además de una Caacupé vacía, sin visitantes que se deleiten del tradicional menú de butifarra en bolitas con mandioca y gaseosa, el impacto de la pandemia en la recaudación de diezmos ha sido negativo, tanto es así que los líderes de la iglesia se han declarado en saldo rojo. Tanto para una como para otra cosa, la tecnología es la tabla de salvación. En primer lugar, el hecho de que se cierren las puertas de la casa de la Virgencita Azul, ha activado el dispositivo de cables y redes de manera de transmitir las celebraciones por todas las vías y plataformas posibles. Así, además de la televisión y la radio, las redes sociales serán un lugar en el que los sacerdotes enviarán sus señales de esperanza.
Asimismo, en términos de mantener a flote la economía de la Iglesia Católica se han habilitado canales de donaciones y aportes mediante cuentas bancarias y giros vía celulares. Ambas cosas nos dicen que los líderes católicos en el Paraguay han tomado en serio las amenazas de contagio que presuponen las peregrinaciones y las aglomeraciones para las misas en honor a la Virgen.
De hecho, monseñor Ricardo Valenzuela enfatizó que la Virgen acompaña las aflicciones y dificultades de cada fiel, en especial en este tiempo de pandemia. Dice que es el momento de cuidarnos entre todos. “Desde Caacupé no tenemos miedo a la muerte, pero debemos ser personas de fe con responsabilidad, debemos cuidar a los niños y adultos mayores”, había declarado.
Se entiende que haya muchos compatriotas desesperados como consecuencia de la crisis económica que presupone la pandemia. Sin embargo, el covid-19 ha permeado de tal manera que hoy también confronta la profesión de fe. Hoy toca también hacer la ciberprofesión de fe y escuchar las oraciones vía internet y darnos la paz por el mensajero virtual. Así las cosas, el 8 de diciembre, fecha en que recordamos a la principal patrona de los paraguayos, nos tocará orar en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, haciendo la señal de la cruz esperando que la conexión wireless o la fibra óptica obren por gracia de la fe y haya buena receptividad para seguir la palabra de Dios de manera clara y precisa, atendiendo a la cantidad de personas que estarán prendidas a la transmisión.
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