La celiaquía es una enfermedad crónica del aparato digestivo producida por la intolerancia permanente al gluten. Por ello, la dieta de los celíacos es estrictamente libre de gluten por toda la vida. La sustancia proteica que es nociva para los que sufren de la celiaquía se halla presente en el trigo, avena, cebada y centeno, cuarteto de cereales identificados por la sigla TACC. También puede encontrarse en otros productos como medicinas, vitaminas y suplementos.
El proceso de adaptar la dieta no resulta nada fácil pero es necesario. Así lo resalta Mabel Rojas, quien fue diagnosticada hace 11 años luego de sufrir un cuadro de gastroenteritis, cuyos síntomas no la dejaban. Oriunda de la ciudad de Iturbe, ella tuvo conocimiento de la enfermedad celíaca tras recibir orientación de su médico de cabecera, el doctor Hugo Félix Vera Benítez. Al consultar con un gastroenterólogo, este intuyó que se trababa de dicha enfermedad y tras realizar los análisis, la endoscopía y la biopsia, sus sospechas fueron confirmadas.
“La reacción en mi familia fue dividida, en su mayoría aceptaron e intentaban adaptarse pero algunos me tildaban de creída y me decían come un poquito que no te hace nada. Fue una forma de desprendimiento, de pronto ya no podía compartir un mate o un tereré, mis cubiertos debían ser exclusivos y los cuidados al momento de preparar la comida eran muchos. De pronto, todos esos momentos de distensión en la cocina se volvieron densos; costó mucho, llevó su tiempo, pero hoy en día todos manejan los ingredientes aptos y los cuidados que debe tenerse al elaborar alimentos para celíacos”, cuenta.
Este cambio también implicó para ella informarse previamente sobre cuáles eran los productos que sí podía consumir y cuáles eran “veneno” para su cuerpo. Tras 11 años de su diagnóstico, hoy celebra que se haya avanzado mucho en materia de información y en las propuestas del mercado dirigidas a ese sector de la sociedad que no tolera el gluten.
Sin embargo, Mabel reconoce que esta enfermedad conlleva un elevado gasto y hasta califica de abuso el costo de los productos “gluten free”. “Si bien es cierto que existe más facilidad de acceder a ellos en las góndolas de los supermercados o estaciones de servicio, el costo siempre es muy elevado y no existe un control de parte de las autoridades competentes”, cuestiona.
Para las personas que están ingresando al mundo de la celiaquía tras tener su diagnóstico, recomienda tomar la noticia con calma y que estén seguras de que todo se aprende, que la comida sin gluten es igual o más rica que las demás y que es posible llevar una vida sana y feliz. “Tal vez llevará un poco de tiempo adaptarse, pero van a lograr. Lo mejor de todo es que la enfermedad celíaca deja de ser una enfermedad desde el momento que llevás una dieta libre de gluten y se convierte en una condición de vida y esta condición de vida no implica el consumo de fármacos ni nada parecido, solo tu alimentación es tu remedio y eso para mí es algo muy positivo”, subraya.
DEL CAMBIO DE HÁBITO A LOS ALTIBAJOS EMOCIONALES
A la periodista Cecilia “Tuky” Espínola le diagnosticaron a finales del 2016 celiaquía e intolerancia a la lactosa. Para ella fue una difícil travesía que tuvo sus altibajos, llegando incluso a un episodio de depresión por el abrumador cambio en su actividad diaria. Hoy tiene las herramientas necesarias y pudo sobrellevar la situación. “La gente cree que solo afecta a los que tienen plata, pero no es así”, resalta.
“Hace cuatro años me diagnosticaron. Antes de eso estuve como dos años con tratamiento en el IPS. Pensaba que tenía gastritis porque comía algo y ya tenía pesadez en el estómago, diarrea, arcadas muy intensas…”, recuerda. Como ninguno de los estudios mostraba lo que tenía y tampoco resultaba el té o el omeprazol que consumía diariamente, una gastroenteróloga le recomendó hacerse un análisis de sangre para descartar otras enfermedades. A los 15 días obtuvo su resultado: positivo para celiaquía e intolerancia a la lactosa.
La directiva que le dieron en ese entonces fue que consulte con una nutricionista y además una psicóloga. Esto la sorprendió. No entendía por qué también debía hacerlo con esta segunda profesional, pero luego se le disiparon las dudas; entró a una etapa de depresión porque debía dejar de comer muchos alimentos, no tenía información suficiente, eran pocos los locales que ofrecían los productos sin gluten y para colmo eran muy costosos.
“Yo pensé que era dejar de comer pan nada más, pero te cambia la vida. Hay un antes y un después en mí. Fue un camino muy largo. Sufrí mucho y llegué a perder 10 kilos. Era frustrante salir con amigos y no poder comer. Entonces decidí encerrarme y no salir más”, señala al rememorar ese episodio.
Como la celiaquía no era conocida, prefería no contar su situación. Sin embargo, al decirles a sus compañeros de trabajo, se le abrió un mundo de oportunidades luego de que un colega le contara que tenía una pequeña hija celíaca y que existía una fundación que enseñaba cómo alimentarse correctamente, de sitios gluten free y cómo afrontar la enfermedad. Se trataba de la Fupacel – FUNDACIÓN PARAGUAYA DE CELÍACOS.
Su vida dio un giro positivo y supo cómo cuidarse. En su casa tuvieron que comprar dos placas a inducción para evitar la contaminación cruzada, también adquirió sus propios cubiertos y cacerolas, ya que una sola partícula de gluten puede contaminar su alimento. “Mi mamá es cocinera y tuvo que aprender a cocinarme”, destacó, al momento de acotar que también ella tuvo que a aprender las recetas sin gluten.
“Hoy estoy mejor. Aprendés a cuidarte mucho y a ver la vida de otra manera. Repercute en tu estado de ánimo y energía. Cuando tengo que viajar ya preparo un tupper con mis comidas y cuando viajaba en avión pedía los alimentos sin gluten. Hoy en día hay mayor información y nos pone muy felices ver marcas como Mazzei o Primicia que sacan sus productos gluten free. Soy la persona más feliz del mundo cuando encuentro en el supermercado, es encontrar un tesoro. Recién encontré un fideo sin gluten y fui tan feliz porque es volver a comer algo que siempre comí durante toda mi vida. El sabor es casi similar al tradicional”, cuenta.
Como recomendación a quienes recién les confirmaron la celiaquía, pide que se acerquen a la Fundación de Celíacos para recibir orientación oportuna, que respeten la dieta para evitar empeorar y que aprendan las recetas para cocinar en las casas. “Van a explorar un nuevo mundo, hay vida después de la celiaquía”, celebra.
Insiste, a la vez, al Estado a difundir mayor información sobre los celíacos y que se faciliten las especialidades en celiaquía para que los casos puedan ser atendidos oportunamente.
PERMITIDOS Y PROHIBIDOS
La Fundación Paraguaya de Celíacos (FUPACEL), entidad sin fines de lucro cuyo objetivo es conseguir una mejor calidad de vida para todos los celiacos del país, brinda una serie de recomendaciones a las personas.
Los celíacos NO deben consumir:
Pan y harinas de trigo, avena, cebada y centeno y derivados. Bollos, pastas italianas, galletas, bizcochos, masitas y pastelería en general. Sémola de trigo. Productos a granel de todo tipo. Productos manufacturados en cuya composición incluyan cualquiera de las harinas citadas y, en general, cualquier alimento preparado o manufacturado si el comerciante no específico que no contiene gluten. Cervezas y bebidas a base de cebada, malta, etc (solo aquellas que sí sean sin gluten).
Los alimentos libres gluten:
Café en grano molido a la vista. Frutas frescas. Hortalizas frescas. Huevos. Leches líquidas recién ordeñadas. Todo tipo de carnes frescas y congeladas, sin procesar y sin agregado de rebozadores, caldos, condimentos y salsas. Vinos, sidras, champagne.
Si cuenta con diagnóstico de la enfermedad celíaca:
Evite consumir alimentos o productos alimenticios cuya marca, gusto o sabor no esté presente en el listado de alimentos analizados.
Evite todos los productos a granel, es decir, sueltos (harinas, especies, cereales, polvos para preparar gelatinas, postres o helados, granos, etc.)
No consuma productos elaborados artesanalmente o que no estén incluidos en el listado.
Al momento de adquirir productos alimenticios, no se rija únicamente por la presencia del símbolo internacional o la leyenda “sin gluten”, el producto debe estar incluido indefectiblemente en el listado.
Las bebidas alcohólicas aptas son los vinos, sidras y champanes. Sólo algunas marcas de whisky, cerveza y licores son aptas para celiacos.
Las harinas son muy volátiles y quedan en el ambiente por varias horas, por eso debe limpiar bien las superficies y utensilios antes de disponerte a amasar productos para celiacos.
No consuma ningún alimento que contenga almidón de trigo, salvado de trigo, salvado de avena o salvado de centeno.
Los medicamentos en comprimidos, grageas y cápsulas deben ser de marcas aptas para celiacos.
DÓNDE COMER
Hoy en día existen más locales donde sólo realizan alimentos sin gluten, tales como El Celiaco, Bistro, La Casolana Gluten Free, Lá Nutry, Love Cook – Glutenfree, Pandioca, El Almacen del Celiaco de Sabores de la Abuela, La Casolana Gluten Free, entre otros. También hay emprendimientos que elaboran productos sin gluten, como Marilau – dulces, Mi Celiaquito, y Sobremesa. Entre los sitios que cuentan con cocinas separadas (con y sin gluten) figuran Talleyrand e Il Bambú Pizzas (Cocinita del celiaco). Mientras que Burger King ofrece también la opción de combos para celíacos, entre muchos otros sitios.
PROYECTO DE LATORRE
En la búsqueda de mejorar la seguridad alimentaria del grupo de los celíacos, el diputado Raúl Latorre (ANR) presentó recientemente un proyecto de Ley “Que modifica y amplía la ley Nº 6.072, Que establece medidas de control de productos sin gluten”. Esta propuesta legislativa en estudio busca introducir incentivos para que emprendedores vean una oportunidad en la elaboración de alimentos para alérgicos alimentarios, además de la obligatoriedad de que los establecimientos gastronómicos cuenten con al menos una oferta en el menú con productos libres de gluten.
“Los celíacos tienen especialmente dos inconvenientes: uno es el conseguir sitios donde se vendan los alimentos sin gluten, y el otro es el elevado costo de estos productos”, refiere el congresista, quien de esta manera plantea disminuir los costos y aumentar la disponibilidad de alimentos aptos para celíacos. ¿Cómo? A través de créditos blandos del Banco Nacional de Fomento (BNF), subsidio del 25% del salario mínimo vigente a aquellas personas que presenten riesgo en su seguridad alimentaria, y además de estímulos impositivos, de modo a garantizar la disponibilidad en los colegios, los centros de reclusión, las universidades y en especial el sector gastronómico.
Latorre menciona que si bien hay alrededor de 2.000 pacientes con diagnóstico registrado de dichas intolerancias, las estadísticas mundiales indican que 1 de cada 100 personas es intolerante al gluten. “Por esto, se cree que en el país hay más de 60.000 celíacos sin diagnosticar”, sostiene.
Por ello, surge la necesidad de sacar un proyecto útil que no termine en letra muerta. El proyectista está confiado en que su iniciativa sea tratada en la Cámara Baja en menos de un mes. Actualmente se encuentra ajustando los detalles tras consensuar con distintos sectores de la sociedad.
“Estamos trabajando para adecuar de acuerdo a las sugerencias que recibimos. El desafío es cómo lograr aumentar la disponibilidad cuidando la no contaminación de los alimentos. Yo puedo hacer alimentos sin gluten, pero si uso el mismo equipamiento con el que cocino las otras comidas que sí llevan gluten, con una mínima partícula ya se contamina y puede generar inconvenientes. La cuestión es dónde hacerlo y dónde no. Es un derecho el acceso a la alimentación sin que afecte la situación económica”, subraya.
CURSO SOBRE CELIAQUÍA
Para las personas interesadas en ahondar más sobre esta enfermedad, la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Caaguazú realizará un Curso Taller sobre Celiaquía, bajo la modalidad a distancia. Para consultas e inscripciones llamar al 0974 959 379.
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