Con la llegada de la cuarentena por causa de la pandemia del coronavirus, muchos sectores dieron el salto a la virtualidad y el sector de la salud no fue la excepción y comenzó a operar la telemedicina.
La incursión de las nuevas tecnologías a la medicina en el país fue hace dos décadas, pero en octubre del año pasado, con la expedición de la resolución 2654, que reglamentó la ley 1419 del 2010 que estableció los lineamientos para desarrollar la telesalud, se construyó la autopista para garantizar la llegada de estos servicios a sitios de difícil acceso y a poblaciones con limitaciones asistenciales.
Ya en época de pandemia, el Ministro de Salud, Fernando Ruiz, dijo que entre marzo y mayo hubo un salto de casi 10 veces en teleconsultas, pasando de 361.000 llamadas a 3 millones de servicios por telemedicina.
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Y esto fue posible con la expedición de las directrices contempladas en un decreto presidencial expedido en abril de este año “por el cual se adoptan medidas en el sector salud, para contener y mitigar la pandemia de COVID-19 y garantizar la prestación de los servicios de salud, en el marco del Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica”.
De acuerdo con la disposición del Gobierno, “este lineamiento está en continua revisión y podrá ser actualizado con base en las recomendaciones que emita la Organización Mundial de la Salud, OMS, organizaciones científicas nacionales e internacionales y cuando la situación epidemiológica lo requiriera.
La experiencia en Bucaramanga
Rafael Ortiz, jefe de división de inteligencia empresarial de la Foscal, asegura que el país estaba adelantando la entrada de la telemedicina como alternativa. A raíz de una resolución en donde se fijaban los lineamientos, se estaban preparando para entrar en este nuevo reto y se inició con la creación de la Unidad de Telesalud.
Sin embargo, precisa Ortiz, con la llegada de la COVID-19, el Gobierno reconoció que la telemedicina era una vía para enfrentar la epidemia, no solamente a la población con diagnóstico de COVID-19, sino con otras patologías para que no asistieran a la institución, obviamente cuando es posible porque hay casos como exámenes especializados que hay que seguir haciéndolos en las clínicas y entidades médicas.
De acuerdo con el jefe de división de inteligencia empresarial de la Foscal, con la entrada de la telemedicina se redujo el flujo de pacientes en toda la institución casi en un 90%, durante la primera época que fue la cuarentena más estricta.
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Lo que pasa, explica Ortiz, es que el gobierno nos dio un paréntesis de todas las regulaciones que había y ahora está permitiendo cosas que en épocas normales no sería posible, como por ejemplo, que se envíe información clínica vía WhatsApp o que una llamada telefónica sea considerada telemedicina.
Además, la telemedicina se puede hacer con recursos muy básicos, pero eso también depende de la patología del paciente y que no requiera exámenes especializados (como en un cáncer u otra enfermedad grave). Por ejemplo ahora con una llamada se establece una consulta médica y es posible hacerle una formulación de medicamentos y remisiones a otras especialidades.
De igual manera, precisa que en la Foscal como parte del programa de Telesalud se adelanta un proyecto grande en donde se están haciendo desarrollo y adquisiciones (que no tienen que ver con la pandemia, sino para atender otras necesidades).
Un paso adelante
En el caso de la Fundación Cardiovascular de Colombia, FCV, el tema de la telemedicina no es nuevo y de acuerdo con Víctor Castillo, presidente de la FCV, antes de la llegada de la pandemia ya se tenía experiencia de varios años atrás.
Según Castillo, durante los años 2009 y 2010 se montó un programa de telemedicina con desarrollos de tecnología para monitoría remota en 72 puntos en el país, con el gobierno nacional, para hacer ‘Teleuci’, es decir, asistencia en UCI 7/24, de tal forma que aunque ahora se está usando bastante la telemedicina, desde la FCV ya se venía trabajando.
Agregó Castillo que en la Fundación desde hace año y medio se creó un concepto que se está acuñando en el mundo, que se llama Hospital Virtual, es decir, que son espacios virtuales en donde un grupo médicos puede atender pacientes en la casa, no solo de seguimiento hospitalario, sino reemplazando un hospital para ciertas patologías con base a tecnología como monitoría remota, conectividad, toma de muestras de laboratorios en las casas, etc. Todo esto genera una dinámica nueva que permite tener un concepto de la telemedicina más allá de una llamada.
En ese sentido, la telemedicina es más que una teleconsulta y hace parte de la medicina moderna, asegura el presidente de la FCV.
Inicialmente, precisa Castillo, parte de los problemas que se tenían era la aceptación de los médicos a esa nueva tecnología. Decían cosas como “es que el paciente tiene que estar al frente” o “no es lo mismo” y otros argumentos similares, pero una vez llegó la pandemia fueron los mismos médicos los que empezaron a proponer el uso de la telemedicina para evitar que los pacientes fueran a los consultorios.
Y también había resistencia por parte de algunos pacientes, pero eso cambió y ahora se utiliza en un 40% la telemedicina en las diferentes áreas y sedes de la FCV.
Las ventajas
1. Es un medio eficaz para saltarse las barreras que impiden a la gente acceder a servicios especializados de salud.
2. Se disminuyen los costos para los pacientes cuando deben desplazarse por largas horas para llegar a una consulta.
3. Aumenta el acceso a la salud porque disminuyen las barreras geográficas.
4. La telemedicina no es inferior a un contacto presencial.
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