¿Cómo? ¿Pero todavía hay peste? dirás. Pues sí. La peste, la plaga, la famosa muerte negra que erradicó a la mitad de Europa aún causa no pocos problemas en algunas regiones del mundo. Científicos de la Universidad de Oxford pueden acabar con ella para siempre, pero para ello necesitan voluntarios. La universidad ha anunciado el comienzo de los ensayos clínicos de la primera vacuna conocida contra la peste. La vacuna ha sido posible gracias a la misma tecnología que hizo posible la vacuna de Astrazéneca contra el Covid-19. En este caso, la vacuna usa adenovirus modificado a partir del virus del resfriado común. El patógeno no es capaz de reprioducirse en el organismo, pero carga los anticuerpos esenciales para que el sistema inmune reconozca y destruya a la bacteria Yersinia pestis, la causante de la peste.
Generalmente asociamos la peste con una de esas enfermedades causantes de horribles pústulas y podredumbre. Es cierto. La peste comienza con síntomas similares a los de la gripe (fiebre, escalofríos, dolores musculares y fatiga) y va avanzando hasta desarrollar una inflamación dolorosa de los nódulos linfáticos que crecen formando bubones (de ahí el nombre de peste bubónica). En los estadios más avanzados provoca vómitos, diarrea, hemorragias internas, septicemia, necrosis y gangrena. Sin embargo, y por horrible que parezca, la peste bubónica no no es la variante más peligrosa de la enfermedad. Esa es la peste pulmonar, que ocurre cuando la bacteria infecta las vías respiratorias y puede matar al huésped en apenas dos días.
Sea del tipo que sea, la peste se puede tratar con diferentes tipos de antibióticos que reducen su mortalidad del 90 al 10%. El problema es que la peste los casos de peste no son algo que surja en las grandes ciudades, sino en zonas remotas y aisladas donde el tratamiento no siempre llega lo bastante rápido como para salvar vidas. De vez en cuando se dan brotes como el de Madagascar en 2017, en el que se registraron 2.119 casos confirmados y 171 muertes.
La solución, obviamente, es la vacunación, pero hasta hora no se había desarrollado una tecnología lo bastante avanzada como para elaborar una vacuna contra esta enfermedad.
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La vacuna de Oxford ya ha sido probada con éxito en animales. Ahora la Universidad ha pedido la colaboración de voluntarios sanos de entre 18 y 55 años que recibirán 630 libras (unos 740 euros) a cambio de participar en un estudio clínicos en el que serán inyectados con la vacuna. Después, su estado de salud será monitorizado durante varias semanas. Los investigadores aseguran que los efectos secundarios graves de esta nueva vacuna son raros y que en ningún caso han puesto la salud en riesgo a largo plazo. [Oxford Vaccine Group vía Science Alert]
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