Bogotá dará un paso clave en la lucha contra el crimen. De la mano de la tecnología, las autoridades esperan realizar una vigilancia más cercana y en tiempo real de las calles e incluso anticiparse a hechos delictivos. Esto se piensa hacer con el uso de la analítica avanzada de datos, un sistema de software y hardware que puede procesar miles de millones de información (datos, voces y video) y en cuestión de segundos arrojar resultados.
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Aplicada a la seguridad, la analítica sirve, por ejemplo, en el seguimiento y ubicación de algún presunto delincuente. A través de las más de 6.338 cámaras que están conectadas con el Centro de Comando, Control, Comunicaciones y Cómputo (C4), y con información de las características del sospechoso y cómo está vestido –que son reportadas por las víctimas o los testigos–, se puede ubicar el sitio por donde transita esa persona o la que responde a la descripción. Lo mismo se puede hacer con un vehículo robado o vinculado a algún delito.
Este es un trabajo que hasta ahora se realiza de manera manual en la ciudad y toma días y hasta semanas, mientras los investigadores de la Policía visualizan decenas de horas de videos de varias cámaras y reconstruyen la ruta tomada por el sospechoso en la huida, hasta determinar la ubicación.
Algo parecido fue lo que ocurrió en el caso del vigilante Wilfrido Murcia, asesinado dentro de un bus del SITP por robarle el celular, en la madrugada del 15 de diciembre en el barrio Quiroga, en el sur de la ciudad. Una cámara de seguridad privada ubicada cerca del lugar de los hechos, otra dentro del automotor y una más de la ciudad fueron fundamentales para el seguimiento del asesino, que en su recorrido botó la chaqueta negra que llevaba puesta ese día.
A la hora y media de cometido el homicidio, las autoridades ya lo tenían individualizado. Solo faltaba la identificación plena, lo que posteriormente hicieron los investigadores. Se trataba de Jackson Javier Castiblanco, quien fue capturado pocos días después en el sector de Villa Alsacia, en el occidente de la capital.
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Si la ciudad tuviera implementada la analítica de datos, este proceso habría tardado unos segundos. Con la descripción de la persona, el sistema se toma apenas 53 segundos para presentar en pantalla las personas que coinciden con la descripción suministrada y la dirección. De hecho, un video de 30 minutos se puede tener totalmente visualizado en 3.
Hugo Acero, secretario de Seguridad de Bogotá, dice que su propósito este año es tener en la ciudad un centro de analítica donde sea depurada y almacenada toda la información capturada (video, datos y voz) en los seis centros de monitoreo que tiene la capital.
Con ese fin, la entidad espera adquirir un software y un hardware de analítica avanzada y crecer en 800 cámaras interconectadas con el C4 este año –y entre 2.000 y 3.000 en el cuatrienio– y adquirir 1.000 licencias de analítica para las cámaras actuales. “La idea es mirar cómo logramos predecir el delito y cómo podemos prevenirlo”, asegura.
Pero Acero quiere ir más allá. Su objetivo es tener la tecnología para el reconocimiento facial, un tema que, aclara, es polémico y por eso mismo debe contemplar unos protocolos muy claros, fuertes sanciones para quien los viole. Pero, además, se debe tener acceso a la base de datos de la Registraduría, entidad con la que ya adelantan conversaciones. Lo mismo se trabaja con la información de las placas de los automotores.
Hasta ahora, solo se hacen pruebas en 300 cámaras para detectar comportamientos como dejar un paquete abandonado o cruzar por una zona restringida, o el conteo de vehículos y personas que obedecen a ciertas características.
El proceso de implementación de la analítica de datos en la ciudad es visto con buenos ojos por expertos e, incluso, algunos concejales, más en un momento como el actual, cuando el Distrito reporta cifras positivas en la reducción de delitos –con excepción del hurto de bicicletas–, pero del lado de los ciudadanos la percepción es que crece la inseguridad.
Daniel Mejía, exsecretario de Seguridad, recordó que este proceso comenzó en la administración de Enrique Peñalosa, quien recibió 267 cámaras y entregó casi 5.000. “La analítica va a ser el futuro y es una herramienta fundamental en la lucha contra la criminalidad y el manejo inteligente de una ciudad, el tráfico, y el manejo de la pandemia. Es una herramienta que, bien manejada, con los protocolos bien establecidos y reglas claras de respeto a la intimidad, puede llevar a grandes resultados”, dice. Recuerda que en el atentado a la Escuela de Cadetes General Santander, hace dos años, esa tecnología permitió en parte reconstruir el recorrido del carro bomba.
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La misma posición comparte la concejala Marisol Gómez (Bogotá para la Gente), quien conoce el proceso y agrega que la integración de cámaras y la analítica es clave para una ciudad que, como Bogotá, tiene déficit de policías. Destaca que en Santiago de Chile y México la tecnología es un factor disuasivo del delito.
Johan Avendaño, experto en seguridad, ve la analítica como una gran oportunidad para resolver problemas como la inseguridad, pero advierte de la necesidad de tener protocolos claros sobre la protección de la intimidad y de datos personales.
En igual sentido se refirió el también experto César Restrepo. Considera que los esfuerzos de las ciudades en adquirir tecnología para fortalecer el servicio de seguridad no solo es una buena idea, sino un asunto necesario y urgente, pero advierte que cuando se queda solo en la compra de tecnología y software, se corre el gran riesgo de que la ciudadanía pierda la fe en el uso de herramientas.
GUILLERMO REINOSO
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