Como tantas veces, el desconocimiento obró en contra de la razón y el sentido común. Ofendido y molesto, cerró con fuerza la puerta del salón de juego, sostuvo a su hijo en brazos y juró mantener al infante lo más alejado posible del círculo infantil, la psicopedagoga, las «seños» y cuanta persona se atreviese a mencionar la palabra autista.
Hijo de padres primerizos y nieto de abuelos fallecidos, el niño, con dos años cumplidos, apenas conocía la vida fuera del hogar. Al comenzar la adaptación al círculo, sus comportamientos oscilaban entre la introversión y la agresión física, y sus habilidades lingüísticas y comunicativas, lejos de avanzar, retrocedían. Esta conducta activó todas las alarmas.
Al decir del Dr. Omar Hernández Veguero, especialista en II grado en Psiquiatría Infantil y coordinador del Programa de Atención a Personas Autistas en Villa Clara, las familias y educadores comienzan a reconocer en los niños síntomas del trastorno del espectro autista (TEA) entre los 18 y los 24 meses de edad.
Así lo confirman varios estudios desarrollados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y agregan que entre las señales del padecimiento se encuentran: el retraso en el desarrollo del lenguaje, la disminución del contacto visual y la molestia ante ruidos, texturas u olores. Otras bibliografías también refieren como sintomatología frecuente la preferencia por juegos en solitario, los movimientos repetitivos y la fascinación por determinados objetos.
Aun cuando el TEA resulta imprevisible, existen opciones de tratamiento. El diagnóstico e intervención tempranos califican como los métodos más útiles e influyen significativamente en el desarrollo del lenguaje, las habilidades y la conducta.
La complejidad del trastorno determina la existencia de múltiples posibles causas —vinculadas a la genética y a factores medioambientales, fundamentalmente— y síntomas, pero ninguna certeza. Sin embargo, los niños con autismo aprenden a desempeñarse y logran insertarse en la sociedad; para ello, quienes los rodean desempeñan un rol fundamental en su progreso.
Con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas con TEA y promover su inclusión en todos los ámbitos de la sociedad, la Asamblea General de las Naciones Unidas instauró el 2 de abril como Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, fecha celebrada desde el 2007.
Ese día, en Villa Clara más de una decena de niños vistieron ropa azul en una actividad comunitaria donde se defendió el derecho de las personas con TEA y sus familias a disfrutar de una vida feliz y plena.
Durante la «fiesta azul», el Dr. Hernández Veguero explicó a Vanguardia que muchos pacientes enfrentan un nivel muy alto de discriminación en todos los aspectos de la vida debido a la falta de concientización sobre el padecimiento. De ahí que resaltara la importancia de su inclusión en espacios culturales y recreativos que contribuyan tanto a su disfrute como a su vinculación con la sociedad.
Hoy, 144 personas —incluyendo niños y adultos— están diagnosticadas con el trastorno del espectro autista en la provincia, según datos ofrecidos por el especialista en Psiquiatría Infantil. Los menores reciben tratamiento médico en la llamada «Casita del Autismo», en el hospital pediátrico José Luis Miranda, mientras que los mayores asisten a consultas especializadas en los centros de Salud cercanos a su comunidad.
Hasta el momento, la aceptación por parte de padres y tutores, y el diagnóstico oportuno constituyen el mejor tratamiento. Resulta necesario conocer y comprender las necesidades del paciente para facilitarle una vida feliz y plena, matizada por ciertas limitaciones, pero similar a la de cualquier otro ser humano.
Crédito: Enlace fuente
Discussion about this post