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Parque Coimbra es una urbanización situada dentro del término municipal de Móstoles, aunque separada en unos cinco kilómetros del núcleo urbano. En él residen más de 12.000 vecinos y funciona prácticamente como una microciudad, con su Junta de Distrito, su centro de mayores, su puesto de Policía Local e incluso su propio polideportivo, aunque esto último cambiará desde este jueves 30 de junio.
Desde el 1 de julio de 2021, la empresa concesionaria del Cobra Sport Club de Parque Coimbra, el único complejo deportivo que existe hoy en día en el Distrito, cerrará sus puertas tras la rescisión del contrato de concesión que tenía con el Ayuntamiento de Móstoles, dejando a más de 30 trabajadores del centro en «un limbo legal» y a los 12.000 vecinos de la urbanización sin un sitio al que acudir a hacer deporte.
Fueron los trabajadores los primeros en dar la voz de alarma cuando recibieron, ya hace algunas semanas, un comunicado de la empresa anunciándoles su intención de rescindir el contrato de concesión el próximo 30 de junio, lo que significaría el cierre de este centro deportivo, que además cuenta en su complejo con un centro de estética, un bar-cafetería y un club de padel.
Aunque los propios trabajadores, junto con el apoyo de los vecinos, se han movilizado en las últimas semanas para evitar el cierre, lo cierto es que el Ayuntamiento ha insistido en que «no hay nada que hacer», que la ruptura del contrato ha sido una «decisión unilateral» de la empresa y que se actuará legalmente contra la misma para intentar resarcir a los trabajadores y a los usuarios.
Trabajadores, «en un limbo»
«Somos 30 trabajadores, que vamos a quedar en una situación totalmente desprotegida, puesto que no hay ninguna empresa que nos despida. Nuestra empresa nos subroga a la entrante y como no hay entrante nos pasa al Ayuntamiento. Entonces bueno, vamos a quedar completamente desprotegidos de cualquier tipo de indemnización, de poder cobrar un subsidio de desempleo», nos explica Isabel, que lleva 8 años desempeñando su labor como administrativa en el centro.
Esta trabajadora de la UTE Móstoles Coimbra, la compañía que oficialmente gestiona el centro, insiste en que, en principio, «no hay posibilidad de subrogarse a ninguna empresa», porque «no va a haber una nueva concesión», algo que los sitúa completamente «en un limbo».
«Al paro no podemos ir puesto que nadie nos despide, entonces tendremos que ir a denunciar a magistratura del Trabajo, tanto a la empresa Cobra como al Ayuntamiento. Entonces los juzgados decidirán quién nos tiene que despedir, pero vamos de momento no podemos ni solicitar el paro. Esto podemos estar hablando a lo mejor de 3 o 4 meses, yendo todo bien, para poder empezar a cobrar una indemnización», añade Isabel.
En su misma situación se encuentra Olga, que es monitora de natación, además de socorrista, y que da clases también de natación terapéutica o clases de aquafitness. Olga subraya que, al rescindir el contrato de concesión, ellos, como son personal subrogable, se supone que sus contratos «pasarían al Ayuntamiento, como empresa subsidiaria», aunque el Ayuntamiento de momento no ha iniciado ningún proceso para volver a realizar la concesión a otra empresa.
«Nos encontramos con que a día 1 de julio no vamos a tener un sueldo digno para poder pagar todas nuestras facturas, todas nuestras cosas y la comida para poder subsistir. Entonces lo que estamos luchando es que alguien se haga responsable de esto, ya sea el Ayuntamiento como empresa subsidiaria o que saque un concurso para que venga otra empresa a hacerse cargo de todo lo que es el gimnasio y el personal que estamos trabajando», insiste Olga.
Además, esta monitora de natación recalca que este complejo «no es un centro deportivo como tal», ya que también tiene actividades terapéuticas. «Aquí viene gente con lesiones, pero intentamos recuperarlas siempre adaptándonos a sus médicos o sus fisioterapeutas. Tenemos centro a nivel social, viene mucha gente mayor que les han mandado ejercicios. Es un centro que no solo es deporte», añade.
Vecinos sin deporte
«Tuve una lesión en 2014 y yo he venido aquí con muletas, los monitores me han ayudado mucho. No puedo más que darles las gracias. Yo entré aquí sin poder andar y ahora he recuperado mucha fuerza. Ahora a mí me cierran este centro, que me estoy pagando yo, porque lo podría pagar la Seguridad Social, ya que es una rehabilitación médica, me lo cierran y ¿qué hago yo?«, lamenta Carlos, uno de los usuarios del centro.
Para Carlos es «deprimente» que el único centro que hay para poder venir a hacer ejercicio, lo cierren. «No sé que motivo habrá oculto. No creo que sea tan difícil que el único polideportivo que hay en Coimbra se cierre. No lo entiendo, sigo sin entenderlo», insiste a Noticias para Municipios.
Aurelio ha sido uno de los vecinos de Coimbra que más se ha movilizado para intentar que el centro deportivo no cerrara sus puertas. Ha participado en varias comisiones, creadas por el Ayuntamiento, para intentar articular una solución, pero lamenta que finalmente «no han conseguido nada».
«No tenemos nada, nos quitan esto y no hay centro deportivo para nada. No sé para qué somos el Distrito 5. Estamos a 5 kilómetros de Móstoles. Para poder ir a hacer un deporte tenemos que ir al Soto o al Supera. A ver quien está dispuesto a moverse 5 km cuando somos un distrito que pagamos nuestros impuestos, y el Ayuntamiento nos tiene abandonados», reitera Aurelio.
Ana María, otra de las usuarias más veteranas del centro, coincide con Aurelio en que, para la gente de más edad, el cierre les deja sin apenas alternativa. «Con la edad, no tengo medios para ir a ningún sitio, solo tenemos el autobús. No tengo coche, no tengo medios. ¿Como voy?, me limitan totalmente», subraya.
Subcontratas que también cierran
El cierre del Cobra Sport Club de Coimbra no solo se va a llevar por delante el trabajo de los empleados que trabajan directamente en el centro deportivo. El macrocomplejo alberga también, como decíamos, un centro de estética, un bar-cafetería y un club de pádel, que se irán al traste también con el cierre, ya que no les dejan continuar al ser negocios subcontratados al concesionario.
«Lo que hemos hecho aquí es cambiar las 4 pistas de pádel, más una caseta que hemos hecho fuera, todo por valor de 35.000 euros en un año y medio. Tenemos un contrato con Cobra de 8 años, de los cuáles nos quedan 6 años y medio», nos cuenta Carlos, un autónomo que, sin ningún socio, se embarcó hace año y medio en la gestión de las pistas de pádel del centro, que estaban completamente abandonadas.
Carlos lamenta que, tras esta importante inversión, y pese a tener un contrato de 8 años, el cierre de la empresa le obliga a cerrar también a él, dejando en la calle a 5 monitores de pádel, más una chica que se encarga redes sociales, y a 210 alumnos sin su deporte favorito.
«Lo que me quitan a mí principalmente es un medio de vida, no solamente por el dinero que hemos metido. A mí lo que me están quitando es una ilusión, un sueño; y solo pedimos que se solucione para seguir trabajando. No pedimos nada más», añade Carlos.
En una situación idéntica se encuentra Juanjo, que es el administrador del bar-cafetería aledaño al centro deportivo y que también tendrá que abandonar su negocio, pese a que el recinto tiene entrada independiente y podría seguir funcionando como un establecimiento hostelero normal y corriente.
«La concesión la deja la empresa del gimnasio y nos obligan a cerrar a todos, a cerrar con el centro. Es todo conjunto y no nos dan opción ninguna, nos cesan la actividad y bueno el caso es que no nos dejan trabajar. El Ayuntamiento tampoco se quiere hacer cargo, no se quiere hacer cargo nadie», afirma Juanjo, quien asegura que hasta hace unos días no habían recibido ni siquiera notificación oficial de ningún tipo.
A pesar de los meses de lucha compartida enter trabajadores, usuarios, vecinos y emprendedores, mañana, viernes 1 de julio, el centro Cobra Sport Club de Coimbra amanecerá cerrado a cal y canto. Cerrará el polideportivo, el centro de estética, el club de pádel, el bar-cafetería.
Unas instalaciones completamente vacías y sin un futuro claro. La única esperanza: que el Ayuntamiento sea capaz de sacar un nuevo pliego y licitar cuanto antes el centro. Y que la nueva empresa que se haga cargo de los trabajadores, subrogándose los contratos, y que los negocios adyacentes puedan renovar también sus acuerdos.
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