El Instituto Nacional de Medicina Física y Rehabilitación (Inmfre) reasumió la prestación de la totalidad de los servicios que ofrece, en modo presencial, a pesar de que parte de sus instalaciones continúan siendo utilizadas como centro Covid-19 para pacientes leves y disponen de un área que puede ser utilizada para cuidados semi-intensivos.
La doctora Gladys Rumbo, directora del Inmfre, manifestó que hicieron innumerables adecuaciones en los lugares que les quedan disponibles y que son seguros desde el punto de vista de la Covid-19, de forma que los pacientes que acuden por servicios de rehabilitación no se expongan a ningún tipo de contaminación vinculada al nuevo coronavirus. Eso incluye, detalló, que los aires acondicionados no sean los mismos, la limpieza necesaria, el distanciamiento social que se debe guardar e, incluso, dónde van a estar los estacionamientos para sus pacientes.
Antes de la pandemia el instituto se perfilaba solo para temas de complejidad alta, sin embargo, dijo Rumbo, viendo que no hay muchos lugares en donde se esté ofreciendo rehabilitación en estos momentos, están siendo un poco más flexibles.
Para ser atendida por primera vez, la persona que tiene una referencia médica debe llamar a los números 524-3500, 3501 y 3502, en horario de 8:00 a.m., a 5:00 p.m. Allí se le dará la cita.
El Inmfre suspendió la atención de pacientes en marzo, con la aparición de los primeros contagios de SARS-CoV-2 en el país y así se mantuvo hasta el 16 de junio, cuando empezaron a recibir en sus instalaciones a pacientes que habían sido agendados y no pudieron ser atendidos. Sin embargo, expresó Rumbo, de manera informal, tras el cierre, médicos y terapeutas fueron localizando, vía WhatsApp, a sus pacientes para darles algún tipo de seguimiento y, para los primeros días de mayo, se hizo un enlace formal con muchos de ellos.
Para dar el servicio de “tele-rehabilitacion” compraron computadoras con cámara, ampliaron el ancho de banda de internet y pusieron antenas.
“Ha sido todo un compromiso institucional, con la aprobación del Patronato, del propio Ministerio de Salud y la cooperación de nuestro personal”, indicó Rumbo, quien destacó que los recursos presupuestarios que no se están utilizando para la compras propias de la atención en rehabilitación, se están utilizando para compras de bioseguridad. Esto incluye termómetros, gel, más dispensadores de gel (automáticos) y todo el equipo médico necesario, como batas desechables, batas de tela y un centro de lavado. Es decir, apuntó la funcionaria, “adecuaciones justificadas para brindar ese ambiente de seguridad”.
Apuntó que cerrar fue una decisión dura pero en beneficio del paciente porque una persona con discapacidad corre el riesgo de complicarse con una infección por Covid. “Mantenernos abiertos en abril, en junio, cuando no conocíamos muchas cosas, cuando la capacidad hospitalaria no era muy grande, era exponer al paciente y al personal”, afirmó.
Sobre las medidas de bioseguridad para los pacientes que empiecen a solicitar citas, la funcionaria remarcó que hay muchos dispensadores de gel, y letreros en todos lados, que han marcado las sillas de espera para que el paciente sepa dónde sentarse, que hay personal limpiando todas las áreas, y el Comité de vigilancia de Covid siempre está pendiente de que se cumplan la medidas que dispone la normativa sobre la pandemia. Además, si los pacientes que llegan no tienen protector facial se les brinda uno.
Cuando se llama al paciente para su cita, o él saca cita, se le recuerda que es obligatorio el uso de mascarilla y que si tiene algún síntoma no acuda a la instalación. Se utiliza una sola entrada por ahora, hay personal para toma de temperatura y dispensadores de gel alcoholado. Además, los pacientes están ingresando por horario de cita; si alguno llega antes se le ubica en otra zona, para no hacinar las salas de espera.
Proceso de atención
En cuanto a los servicios que están ofreciendo, la directora del Inmfre detalló que lo único que no están haciendo es utilizar la piscina terapéutica -que requeriría estar sin mascarilla- y el laboratorio de análisis computarizado de la marcha –el único que existe en Centroamérica– que analiza la fuerza que tiene la persona en cada movimiento y da información útil en materia de rehabilitación, cirugía y equipos que los pacientes deban utilizar.
“El servicio es terapia física y la piscina es un medio físico más […] yo tengo otra forma de paliar el objetivo que quería en la piscina, entonces, como un todo, como servicio, todos los servicios los tengo abiertos pero hay metodologías dentro del área que no las estoy brindando pero las estoy paliando de otra forma”, explicó la doctora.
Antes del Covid, el Inmfre registraba unas 12 mil atenciones por mes. Ahora, en octubre, brindó 5 mil, de las cuales 600 fueron presenciales.
El Inmfre tiene unos 300 colaboradores. De ese total, unos 150 son los que dan atención directa al paciente. Allí hay médicos (fisiatras o rehabilitadores, psiquiatras, pediatras, odontólogos y médicos generales), trabajadores sociales, nutricionistas, psicólogos y, del área terapéutica, hay profesionales de terapia respiratoria, terapia ocupacional, fonoaudiología, terapia física, ortesistas y protesistas.
El Inmfre como centro Covid-19
Actualmente, el centro de atención Covid-19 que opera en el Inmfre funciona en el área trasera, en dos de sus cuatro gimnasios.
Entre marzo y junio, cuando la institución estuvo cerrada al público, el Ministerio de Salud les solicitó crear un área para pacientes con el nuevo coronavirus y de los 25 consultorios que tiene, 14 fueron destinados para hacer hisopados y triage respiratorio. Además, dos de los cuatro gimnasios del instituto se adecuaron como área de hospitalización para pacientes leves.
Actualmente, solo los dos gimnasios se utilizan para estas tareas, uno para hospitalización de pacientes leves y el otro fue convertido en una unidad de cuidados respiratorios o semi-intensivos con ocho camas, que está lista para ser utilizada. Todos los consultorios fueron limpiados y se utilizan para sus objetivos originales.
El paciente leve que llega al Inmfre puede venir de otros hospitales –que haya estado grave o moderado y ha pasado un tiempo en sala y no tiene otro requerimiento-; también pueden ser personas que no pueden ir a hoteles, por ejemplo, que tienen una discapacidad motora o visual y necesitan estar en una sala para ser monitorizados; incluso, pueden ser niños que viven con un adulto y no es conveniente mantenerlos juntos en un hotel.
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