Decir que el ambiente político y económico en México está candente es un eufemismo. Y ni qué decir del mundial con la espantosa agresión al pueblo ucraniano que ya ha causado matanzas de inocentes y bombardeos a áreas civiles como teatros, hospitales y estaciones de trenes. Y, finalmente una inflación que amenaza por ser descontrolada con múltiples interpretaciones de economistas, profetas del desastre… y nadie tiene la respuesta a sus teorías, afectando a los bolsillos y los votos de los electores en muchos países.
México sigue en ebullición y después de la votación sobre la reforma a la industria eléctrica, que fue desechada por una oposición unida, ahora viene el momento de rediseñar una estrategia para disminuir los costos de la energía, renegociar cuando sea necesario aquellos convenios que sean notoriamente abusivos y, en general, adecuar la energía eléctrica nacional a los verdaderos requisitos de la población, las empresas públicas y privadas que requieren de energía constante y a costos competitivos, amén de que nos pongamos, esta vez, a la vanguardia del mundo usando los recursos renovables que nos sobran. Hay tecnología suficiente para lograrlo.
La CFE fue, por muchas décadas, un símbolo de profesionalismo, eficiencia y, hay que decirlo, rentabilidad. No sé si las crisis, la corrupción y el desinterés de varios gobiernos la convirtió en un ente pesado, obsoleto en sus diferentes plantas y con altas cargas administrativas y laborales, al grado que se sobreendeudó con finanzas muy frágiles que obligaron al gobierno actual a buscar una salida radical, la cual no prosperó.
Ahora viene la Ley Minera, en especial con el litio, mineral estratégico poco mencionado hasta estas últimas semanas. No sé nada de esto, pero hay que hacer un análisis más profundo y técnico para definir el rumbo adecuado.
Espero que este periodo sea pacífico en lo que respecta a la lucha partidista, que las elecciones sean tranquilas y democráticas, además de limpias al máximo, labor indispensable y, ojalá el gobierno, tanto federal como los otros poderes se decidan de una vez a atacar de frente los grandes problemas que tenemos: inseguridad y violencia indiscriminadas, falta de insumos y medicinas, corrupción o falta de control de los programas de apoyo social para que, de verdad, auxilien a los más vulnerables.
Sigo pensando que este régimen ha disminuido a un mínimo inaceptable la promoción, cuidado, capacitación y financiamiento a los creadores de empleo y estabilidad, que son los emprendedores (as), empresarios legalmente funcionando y que son vistos como villanos, o sin interés para otros políticos porque no son votantes cautivos y sigue habiendo el estigma de explotadores y burgueses cuando en realidad son, en muchos casos, familiares o amigos nuestros, que han sufrido las crisis, extorsiones y la pandemia en carne propia sin ayuda más que de sus propios allegados. No es correcto este tratamiento y nos puede retrasar años en lo ya logrado. Ellos crean los empleos formales y tratan de mejorar sus comunidades directa o indirectamente y eso es importante promover.
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