Primera modificación:
Se llaman xenotrasplantes y, después de décadas de investigación, los equipos que los trabajan en Estados Unidos han cosechado sus mayores éxitos, como el trasplante de un corazón porcino a un paciente vivo. En un mundo donde la escasez de órganos se cobra vidas diariamente, esta opción aparece como una alternativa viable.
Suena como si fuera ciencia ficción, pero pasó recientemente: un grupo de médicos del Hospital de Maryland trasplantaron con éxito un corazón de un cerdo modificado genéticamente a un paciente.
Es la primera vez que sucede algo así. Durante décadas, los trasplantes de animales a humanos habían fracasado, pero las mejoras en los sistemas de modificación genética volvieron a hacer posible esta opción.
Los cerdos que producen estos órganos tienen una biomolécula inhibida que diferencia a todos los mamíferos de los primates y también cuenta con seis genes humanos, todo esto con el objetivo de limar las diferencias entre las especies que provocarían que el cuerpo humano rechazara el órgano.
A partir de ahí, todo es más sencillo: «lo que hicimos fue seguir paso a paso lo que realizamos diariamente en los trasplantes de humano a humano (…) Queremos demostrar que podemos hacer un xenotrasplante exactamente de la misma manera», explicaba Jayme Locke, cirujana de la Universidad de Alabama, después de haber injertado unos riñones porcinos en un paciente con muerte cerebral.
¿Una solución para la escasez de órganos?
Los éxitos recientes en los trasplantes de corazón o de riñón son celebrados por la comunidad científica. La Organización Mundial de la Salud calcula que solo se realiza un 10 % de los trasplantes que se necesitan en todo el planeta. Esta falta de órganos tiene un precio: cada día mueren 17 personas en Estados Unidos por su culpa, 20 en Colombia, 22 en México.
Solo en Estados Unidos, en 2020 se lograron trasplantar un cuarto de los riñones que se necesitaban, obligando a miles de pacientes a vivir con diálisis hasta conseguir otra opción.
Es por eso que la comunidad científica celebra las buenas noticias de los xenotrasplantes al convertirse en una opción viable para salvar las vidas de miles de personas que necesitan un trasplante y no tienen donante. «Imagínese a cuántas personas podríamos ayudar», proyectaba Locke.
En la misma línea, Bartley Griffith, cirujano de la Universidad de Maryland y uno de los responsables del trasplante de corazón porcino, reflexionaba lo siguiente: «Lo que todo el mundo quiere es no estar limitado solo al suministro de órganos humanos para trasplantes. Si los órganos pueden tratarse así, de un animal, podrían llegar a comercializarse casi como un medicamento y producirse bajo demanda».
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«Comercializarse casi como un medicamento»: precisamente estas palabras de Griffith, que para muchos suponen una esperanza de vida, alarman a otros por varios motivos.
Por un lado, los xenotrasplantes implican sacrificar la vida de los cerdos en la mayoría de los casos. En cifras de Estados Unidos, cada año surgen 63.000 pacientes que necesitan un trasplante de riñón. Se logran recabar aproximadamente unos 23.000 riñones, de donantes vivos y fallecidos, pero eso deja una brecha de 40.000 trasplantes no satisfechos.
Si los xenotrasplantes se convirtieran en una realidad a gran escala, esas cifras significan que aproximadamente unos 20.000 cerdos deberían ser sacrificados para proveer riñones para todos los pacientes, una cifra pequeña en comparación con la industria cárnica pero que genera recelo.
Por otro lado, otro motivo de preocupación es que un sistema de donaciones que actualmente se basa en el altruismo se convierta en un negocio donde quienes tengan dinero puedan comprar órganos porcinos y quienes no deban aguardar en las listas de espera.
Por ahora, la principal empresa que genera estos órganos es la estadounidense Revivicor, una corporación privada filial de PLL Therapeutics, una de las empresas implicadas en la famosa clonación de la oveja Dolly. Y podría tener el futuro de los trasplantes de órganos en sus manos.
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