Con un barbijo de tela blanca y un traje azul marino, Trump caminó lenta pero firmemente al bajar las escaleras del hospital hacia su helicóptero, seguido de un séquito de asistentes que llevaban sus valijas, portafolios y otros bienes personales. No respondió cuando se le preguntó cuántos de sus empleados habían dado positivo al test de coronavirus, que hasta anoche llegaban a 13.
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La Casa Blanca a la que regresó se ha convertido en un centro de contagio viral debido a la increíble falta de cuidado demostrada por Trump y el resto de su entorno. El mensaje que envía el presidente fue considerado «irresponsable» por la CNN y muchos otros medios, muy críticos del mandatario, porque proviene de un paciente actual con coronavirus, que ha experimentado serios síntomas y cuya recuperación no es completa y ha incluido tratamientos experimentales no disponibles para la mayoría de los estadounidenses y de dudosa eficacia, además.
Trump dijo el domingo que ahora «entendía» al virus que ha matado a más de 210.000 estadounidenses. Pero su mensaje del lunes parecía más acorde con su práctica de larga data de negar la gravedad de la pandemia y restarle importancia a sus riesgos, actitud que han copiado sus fieles funcionarios y muchos de sus fanáticos seguidores, que ayer le hicieron el «aguante» en las cercanías del hospital naval en Bethesda, Maryland, en las afueras de Washington DC. El no usar barbijo se ha transformado así en una declaración política en los Estados Unidos, el país con más fallecidos por Covid del planeta.
A medida que más ayudantes y funcionarios del equipo presidencial dan positivo surgen graves dudas sobre las medidas se han tomado para reducir la propagación. El médico de cabecera de Trump, Sean Conley, ofreció pocos detalles sobre cómo se mantendría a salvo a los miembros del personal con Trump de regreso en la Casa Blanca.
Conley, un médico naval especializado en osteopatía, siguió dando información poco clara, como hizo durante el fin de semana. Ayer no respondió cuando le preguntaron si Trump había dado negativo al el test de coronavirus o qué reveló una tomografía de sus pulmones. Dijo que las «normas de privacidad» le impedían revelar esos detalles, a pesar de que él y otros médicos que tratan al presidente ofrecían cifras muy específicas en otras áreas que parecen mostrar la mejoría de Trump. Además, en una democracia, la condición médica del presidente no debe estar sujeta a privacidad como si fuera un ciudadano común. Es norma histórica de la Casa Blanca dar un parte médico detallado de la salud del primer mandatario, sea quien sea el ocupante de la Casa Blanca. Una norma que todos los predecesores de Trump han respetado y este está ignorando. Queda claro que el médico naval Conley fue elegido por el propio Trump para asegurarse de que fuera dócil a sus órdenes y se brindara a dar información confusa como la que ha dado desde el viernes. Incluso debió admitir el domingo que había mentido sobre el suministro de oxígeno a Trump, algo que había negado.
Ayer, Conley dijo que a Trump se le había administrado otra dosis del antiviral remdesivir y del antiinflamatorio dexametasona, un esteroide. Recibirá otra dosis de remdesivir en la Casa Blanca el martes.
Anteriormente, los médicos de Trump admitieron bajo presión de la prensa que su condición requerió medicación intravenosa y, al menos en dos ocasiones, de oxígeno.
Pero este lunes Conley insistió en que Trump estaba lo suficientemente bien como para volver a casa. «Ha cumplido o excedido todos los criterios de alta del hospital», dijo a los periodistas fuera de Walter Reed. «Planeamos llevarlo a casa», adelantó. Trump salió poco después e hizo su «vuelo triunfal» de retorno a la Casa Blanca. Las imágenes del enorme helicóptero volando por el cielo de Washington hacia la mansión presidencial inundaron las pantallas del mundo entero.
Aunque Trump dijo a sus funcionarios que se sentía mejor y que estaba ansioso por dejar el hospital, algunos le pidieron que se quedara, adviriéndole de la mala perspectiva si su condición empeoraba y requería una segunda hospitalización.
Sin embargo, Trump insistió en volver, y el lunes hizo el anuncio en Twitter. «Saldré del gran Centro Médico Walter Reed hoy a las 6:30 P.M. ¡Me siento muy bien!» Trump twiteó a la tarde. «Hemos desarrollado, bajo el Gobierno de Trump, algunas drogas y conocimientos realmente grandes», continuó. «¡Me siento mejor que hace 20 años!»
Esta mención de una terapéutica para combatir el virus tendrá poca aplicación para los norteamericanos normales que se enfrenten al Covid; los expertos dicen que la combinación de tratamientos y terapias experimentales que Trump recibió están fuera del alcance de cualquiera excepto del presidente.
Conley dijo este lunes que habían pasado 72 horas desde la última fiebre de Trump y que sus niveles de oxígeno eran normales. Pero «puede que aún no esté completamente fuera de peligro», reconoció Conley, aunque su estado actual le permitía «volver a casa con seguridad».
Trump hizo una incursión el domingo fuera de los muros del hospital para un paseo en coche a cámara lenta para saludar a los partidarios reunidos en una carretera cercana.
«Ha terminado con el hospital», dijo una fuente presidencial sobre el estado de ánimo de Trump. A Trump le preocupaba que el hecho de verlo hospitalizado «lo haga parecer débil», dijo otra fuente. No todos sus aliados están de acuerdo; el presidente está siendo advertido de que si se apresura a dejar el hospital y luego requiere su readmisión, sería perjudicial no sólo para su salud sino también políticamente. Para confirmar esta imagen de fortaleza, Trump hizo saber que planea presentarse al próximo debate presidencial con su rival demócrata Joe Biden, que tiene fecha prevista el 15 de octubre en Miami, aunque aceptó que eso quedará condicionado a lo que digan los médicos. Para ese día Trump debería estar aún bajo cuarentena, que dura un mínimo de 14 días.
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