Hace tan solo ocho meses esperábamos tener un año semejante a los últimos, algo que por los avances médicos y la tecnología desarrollada era impensable para prácticamente toda la población del mundo, pero gracias al surgimiento de una enfermedad que por su transmisión, semejante a las pandemias del pasado, nos encontramos con grandes cambios en nuestra vida.
El coronavirus ha realizado modificaciones en nuestro sistema social, que afecta toda la forma de vida de diferente manera, lo peor es el fallecimiento de millones de personas, en nuestro país de miles, siendo un gran número de ellas padres de familia, creando serios problemas para el esposo que viva y sus hijos.
El sistema de trabajo se ha transformado, ya que gran parte del mismo, se ha trasladado a casa, por lo cual ha disminuido el tamaño de las oficinas e inclusive algunas se han cerrado, habiendo sufrido una situación semejante los almacenes comerciales, al haber bajado sus ventas. Ello ha traído problemas para los trabajadores y sus familias, ya que un relativo alto porcentaje de ellos ha perdido su trabajo.
El Gobierno ha tratado de minimizar el contagio de la enfermedad, a través de medidas de control del desplazamiento de los transeúntes, estableciendo los límites de horas para no circular en la calle, en el llamado Toque de Queda, retirando el servicio público de transporte, limitándolo por las distancias entre las personas, lo cual, si bien es cierto que disminuye el número de gente contagiada, también causa el problema de que afecta al sistema económico.
Imbuidos en los problemas causados por la pandemia, recibimos en nuestro país, los huracanes ‘Eta’ y ‘Iota’, cuya consecuencia fue que causaron miles de muertos en el área del Atlántico en nuestro país. Honduras, Nicaragua e inclusive en El Salvador.
Cuando uno piensa en huracanes, se imagina el viento a alta velocidad que arrastra árboles y edificios, pero hasta que se vive las consecuencias en el ambiente, se encuentra que los daños causados por los vientos, tienen consecuencias terribles para los habitantes que habitan esas áreas. En nuestro país, miles de los habitantes por las lagunitas que se formaron e inundaron su comunidad, tuvieron que vivir en los techos de sus casas, para ser rescatados por pequeñas lanchas e inclusive por helicópteros.
Las consecuencias para la economía e inclusive para obtener alimento, también se complica con las inundaciones, al quedar destruidas o anegadas gran parte de las áreas de las siembras.
Se debe hacer un reconocimiento a los valientes rescatadores, por agua, terrestre o aérea, impresiona el rescate desde los helicópteros desde niños hasta adultos, arriesgando sus vidas, tal como sucedió al despegar la avioneta de la familia Torrebiarte, al tener un problema cargado con materiales para las familias afectadas por los huracanes, arriesgando su vida, el piloto Juan José López Yat, haciendo una increíble maniobra, evitó que la misma cayera en las casas vecinas, incluida la Nunciatura. Pero debido a las consecuencias, el valiente piloto, y su acompañante, lamentablemente perdieron su vida.
Estas terribles situaciones que ha sufrido gran parte de nuestra población, nos han obligado a hacer cambios importantes, que de alguna forma se adelantarán varios años a los que de todas maneras íbamos a tener por los avances tecnológicos. Entre ellos, las conferencias vía Zoom, que nos permiten estar en una reunión estando en lugares distantes, sin tener que trasladarnos para llegar a la misma.
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