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La OMS anunció una iniciativa para transferir tecnología de ARN mensajero a seis países africanos, un proyecto que busca paliar la desigualdad en la vacunación contra el Covid-19 que afecta al continente. El objetivo es poder producir fármacos propios sin depender de países y farmacéuticas extranjeras. Sin embargo, los avances conseguidos en el primero de estos centros, en Sudáfrica, auguran un camino difícil.
Sudáfrica fue el primero: le seguirán Túnez, Egipto, Senegal, Nigeria y Kenia. Son los países designados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para recibir la tecnología y el conocimiento para producir vacunas de ARN mensajero, la innovadora técnica que usaron Moderna y Pfizer/BioNTech en sus fármacos contra el Covid-19.
«Producir sus propias vacunas», ese es el objetivo de la OMS para estos seis países cuyas empresas y gobiernos recibirán ayuda «para desarrollar un plan de ruta de entrenamiento y producción basado en sus necesidades y capacidades», según anunció el director de la organización, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
«Más del 80 % de la población en África debe recibir todavía la primera dosis. Gran parte de esta desigualdad tiene su raíz en que la producción de las vacunas está concentrada en unos pocos países ricos», agregó.
La iniciativa se presentó en el marco de la cumbre entre la Unión Africana y la Unión Europea, que apoyó el proyecto.
«Considero que esto no solo es un gran paso adelante en la lucha contra la pandemia sino un paso adelante en la soberanía estratégica de África en cuanto a vacunas. Hoy en día, solo un uno por ciento de las vacunas que se distribuyen en África se producen en el continente», explicó Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
La tecnología ARN mensajero no solo puede ser clave para las vacunas contra el Covid-19, sino que se considera que podría ser la respuesta para futuros tratamientos y prevenciones de enfermedades como la malaria, la tuberculosis, el VIH y hasta el cáncer.
¿Un paso suficiente para terminar con la desigualdad vacunal?
Esta estrategia de transferencia de la tecnología acordada entre la UE y la OMS parece ser un intermedio que permitiría al continente africano acceder a vacunas propias sin tener que presionar por la liberación de las patentes de propiedad intelectual de las farmacéuticas como Moderna o Pfizer y BioNTech. La Unión Europea, de hecho, todavía no ha respaldado abiertamente esa liberación, principalmente por el disenso interno: países como Francia ya la han apoyado, mientras que Alemania, el país que acoge a BioNTech, se opone.
Es por eso que Cyril Ramaphosa, presidente sudafricano, habló así en la cumbre. «Llego a un momento incómodo: la liberación de las patentes (…) Los gobiernos que estén comprometidos con el acceso a las vacunas, déjenme repetirlo, los gobiernos que estén realmente comprometidos con que todo el mundo tenga acceso a las vacunas deberían asegurarse de que aprobemos la liberación de las patentes, en vez de esconderse detrás de la propiedad intelectual y los beneficios de los productores».
La iniciativa para eliminar la propiedad intelectual de los fármacos contra el Covid-19 la lideran los gobiernos de India y de Sudáfrica, ambos países con capacidad y tecnología suficiente para producirlos. Pero el interés va más allá y se convierte en un interés global: solo el 10 % de la población africana ha recibido la pauta completa y solo un cuarto de sus trabajadores de la salud.
Es por eso que defienden que esta transferencia de tecnología podría no ser suficiente. Las farmacéuticas no tienen la capacidad de producir vacunas para toda la población mundial y liberar las patentes no deja de ser la vía más rápida para ampliar la producción de fármacos.
Pero la preocupación va más allá, especialmente a raíz de un nuevo desencuentro entre Moderna y las organizaciones humanitarias africanas: en Sudáfrica ya funciona el primer centro apoyado por la OMS de tecnología de ARN mensajero, un centro que ha sido capaz de reproducir una vacuna contra el Covid-19 basada en la información pública de Moderna y cuyos ensayos clínicos podrían empezar en noviembre.
La farmacéutica se ha apresurado a aplicar a una patente en Sudáfrica de su vacuna contra el coronavirus, un movimiento que hace temer a muchos que esté motivado para impedir que el país desarrolle su propio producto. Moderna lo niega y asegura que mantiene firme el compromiso que expresó en 2020: no hacer cumplir sus derechos a la patente mientras dure la pandemia.
Las afirmaciones de Moderna no han tranquilizado a organizaciones como Oxfam o Médicos Sin Fronteras, que emitieron un comunicado conjunto para pedirle a la farmacéutica que retire su petición de la patente y que, por el contrario, ayude al centro tecnológico sudafricano en su desarrollo de una vacuna contra el Covid-19.
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