Hasta hace poco, las únicas herramientas de diagnóstico eran las radiografías y las tomografías computadas. Muchas veces, al operar, los cirujanos se encontraban con imprevistos que no habían podido analizar previamente con las herramientas disponibles. Gracias a la impresión 3D (I 3D) eso cambió.
Lucas Baronzini, gerente General de Altana, dice: «Con la I 3D, se puede fabricar una representación fiel de cualquier parte o estructura del ser humano que sea necesario analizar». Para el sistema sanitario, esta tecnología «implica una nueva y mejor forma de trabajar, en la que el profesional de salud puede estar mejor preparado ante un caso complejo, ya que puede ensayar y planificar su trabajo sin tener que actuar bajo presión en una cirugía real. Además, se pueden diseñar y fabricar herramientas para cada caso puntual, hechas a medida para cada paciente, que facilitan el trabajo del cirujano durante la cirugía».
El resultado de esto son cirugías más seguras, menos invasivas, con tiempos de recuperación posoperatorio menores, dando lugar, por ejemplo, a un mejor aprovechamiento de la capacidad instalada del sistema de salud.
Tiempos de coronavirus
La pandemia por el Covid-19 dio lugar a nuevas necesidades en el sector de la salud y la impresión 3D ha venido funcionando como paliativo. La gran demanda de insumos y elementos de protección personal superó la oferta disponible. No había máscaras ni barbijos y los que existían, eran comercializados a precios muy altos.
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En dicho marco, Altana imprimió 4000 máscaras y las donó completas, con sus films transparentes y elásticos. De este modo, contribuyó a que el sistema de salud pudiera organizarse y prepararse para los nuevos casos.
Otro de los desarrollos que Altana está llevando a cabo en el país es la producción de hisopos en 3D para detectar Covid-19. Se encuentra en proceso de pruebas y prototipos para desarrollar estos elementos. Su objetivo no es reemplazar a los tradicionales, sino complementar y cubrir la demanda hoy insatisfecha debido a la alta demanda del sistema sanitario.
Entre sus ventajas figura su rápida disponibilidad: se pueden producir hasta 650 por día con una única impresora 3D. Además, esta tecnología puede contribuir a reducir significativamente la dependencia de importación del país de este tipo de material, así como estimular la creación de tejido industrial local.
Por su parte, Ernesto Blanco, gerente Corporativo de HP Argentina, plantea que las soluciones de impresión 3D representan un arma más en la lucha contra el Covid-19.
«Junto con nuestra comunidad global de fabricación digital, estamos movilizando nuestros equipos de I 3D, nuestra tecnología, experiencia y capacidad de producción para ayudar a entregar piezas críticas en el esfuerzo por combatir la pandemia. Hemos diseñado, validado y producido piezas esenciales para los servicios médicos y los hospitales. Las piezas comprenden artefactos de común uso y otros innovadores. Los primeros ayudan tanto a médicos como a pacientes: válvulas de ventilación, filtros respiratorios y cierres de máscara facial. Los segundos son piezas nuevas que incluyen, por ejemplo, adaptadores de plástico para manijas de puertas que permiten una fácil apertura con el codo para evitar una mayor propagación del virus».
Y sigue: «Estamos trabajando para poner a disposición cualquier archivo de diseño de piezas del que seamos propietarios, que puedan ser producidas en cualquier parte del mundo, permitiendo que la ayuda llegue a todo lugar donde se la necesite.
Retos y oportunidades
Si bien el principal obstáculo es regulatorio, «pues el avance de la tecnología supera el ritmo en el cual los marcos normativos y legales se adecuan a las técnicas de fabricación de productos médicos», dice Baronzini, es fundamental «informar a los profesionales de la salud y a los pacientes sobre los beneficios que conllevan estas herramientas».
«La impresión 3D liderará la próxima revolución industrial, transformando todo tipo de industrias con innovación y disruptividad como aliadas principales», enfatiza Blanco. «La tecnología 3D y la producción de artefactos que permitan hacerle frente a desafíos de la magnitud de una pandemia son las habilitadoras principales de la aceleración del cuidado y la transformación de la calidad de vida de las personas».
El vocero de HP agrega: «Los desarrollos pensados para contribuir al sistema de salud en medio de una crisis sanitaria no deben guardarse bajo llave para que sea una marca distintiva de una empresa. Este contexto trasciende cualquier meta corporativa, y pone la protección de la vida por sobre todas las cosas».
Desde Altana, su responsable agrega: «Entendemos que va a suceder algo análogo a lo que sucedió con avances tecnológicos del pasado. Cuando aparecieron las primeras máquinas de rayos X y luego los tomógrafos, también fueron novedad. La I 3D de a poco irá tomando fuerza y va a terminar siendo tan necesaria como lo es una tomografía».
Por último, Jorge Leporati, coordinador del Laboratorio de Manufactura Digital del ITBA, considera que la proyección de estas tecnologías en el ámbito de la salud es enorme tanto para aplicaciones de práctica y planificación quirúrgica como para implantes de materiales biocompatibles. Sumado a ello, «la búsqueda continua de la impresión de tejidos vivos con el agregado de células madre para lograr la compatibilidad con el paciente, hasta la búsqueda continua de lograr alguna ‘función específica’ que replique a algún órgano para lo que todavía falta más investigación».
Dentro de la contingencia actual, sigue Leporati, «la impresión 3D cumplió un rol esencial para generar elementos para el personal médico en forma inmediata: protectores faciales, soportes para filtros y descartables de respiradores, o pequeñas carcazas para elementos de medición como oxímetros. Los laboratorios de prototipados, empresas privadas y usuarios de I 3D salieron a poner el hombro con la fabricación y provisión de estos productos», concluye.
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