El planeta Tierra está constituido, en su mayoría, por agua. Sin embargo, solo el .77 % es agua dulce y accesible al ser humano. El problema de escasez se ha incrementado –de manera constante– alrededor del mundo.
Por ello se ha buscado replantear prácticas y desarrollar tecnologías capaces de hacer frente a esta situación. Tal es el caso de los VANT (Vehículos Aéreos no Tripulados); drones que comienzan a tomar relevancia en el sector agrícola.
De acuerdo a datos del Banco Mundial, el 70 % del agua que se extrae en el mundo es destinada para la alimentación humana. En México, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) identifica que el líquido destinado para este sector representa el 76 % del total.
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Drones para uso militar
Esta tecnología originalmente se pensó para uso militar. Con el tiempo, la finalidad fue cambiando. Fue un regalo para niños y niñas, luego se usó en la academia, la industria y, ahora, en la agricultura.
En este último sector, los drones ayudan como alternativas para la adquisición de información precisa, además, reducen el tiempo en la obtención de estos datos.
“También se le conoce como vehículo aéreo no tripulado (VANT) o unmanned aerial vehicle (UAV). Un dron es esencialmente un robot que vuela. Puede ser controlado vía remota o puede volar de manera autónoma a través de planes de vuelo generados en un software que está integrado al sistema y el cual trabaja en conjunto con el GPS”, explica Rodrigo Aguilar Vera, experto en análisis espacial en gestión de residuos sólidos.
Los VANT se constituyen de pequeños sensores multifuncionales y sistemas de navegación autónomos. Asimismo, cuentan con un sistema de instrumentos integrado: un giroscopio, el cual mide la velocidad y orientación; acelerómetro, que mide la aceleración e inclinación; un barómetro para la presión atmosférica y determinar la altitud; un compás que mide la dirección del norte magnético; y un GPS usado para saber dónde se mueve el vehículo.
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Según los expertos, la búsqueda de nuevas tecnologías en drones busca innovar en el manejo de agua dulce, principalmente en los siguientes rubros:
- Monitoreo y manejo de cultivos agrícolas (cámaras multiespectrales)
A partir de cámaras espectrales y filtros de imagen, los drones son capaces de identificar la variación de color para reducir el consumo de suministros y reducir pérdidas (denominada agricultura de precisión).
“Con la variación de color puede darse seguimiento y saber cuándo está en mejor momento de cortar los frutos, si tienen alguna plaga o si la planta tiene estrés hídrico”, comenta Aguilar Vera.
- Modelos 3D de cuencas, canales, lagos y ríos
En la agricultura se identifican tres áreas de estudio: la fuente de agua, la infraestructura necesaria para conducir el recurso y por último las parcelas.
La utilización de drones permite, de acuerdo a la zona de cultivo, ver las cuencas, los canales, circulación de agua, y la medición de agua en los reservorios.
Se refiere principalmente a la utilización de la cantidad adecuada para la producción agrícola. “Los drones permiten medir el espejo de agua y otros que flotan miden la sedimentación que permite identificar la capacidad de almacenamiento de agua” expresa Aguilar Vera.
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Innovación y desarrollo
En el futuro el uso de drones en la agricultura podría representar muchos beneficios. Por ejemplo, si se cuenta con uno –específicamente– para sacar la maleza, el agua empleada en el riego sería aprovechada por la planta.
Sin embargo, el problema en la optimización del recurso es que los agricultores no están pensando en ocupar menos agua, sino obtener la mayor cantidad de ganancia posible, lamenta Aguilar Vera.
La escasez de agua es un cuestionamiento constante, la búsqueda de nuevas tecnologías aplicadas a la gestión sostenible del recurso es solo la punta del iceberg. En todo caso, se busca innovar desde diferentes aristas como la ciencia, la tecnología, la cultura o la educación; desde donde se permita repensar la situación actual del recurso.
Mal panorama
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), se estima que para 2050 la producción de alimentos aumentará un 70 % y casi el 100 % en países en desarrollo.
A consecuencia del cambio climático y el aumento de la población, la demanda de suministros de primera necesidad creció. Sin embargo, la naturaleza no podrá producir al ritmo exponencial que se prevé.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), para el 2050 la escasez de agua afectará a 5,000 millones de personas.
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